En un nuevo episodio de violencia que sacude a Chihuahua, un hombre fue brutalmente asesinado por un sicario que se desplazaba en bicicleta. El crimen ocurrió en la colonia Diego Lucero, una zona que, como muchas en la ciudad, vive bajo la sombra del miedo y la inseguridad.
La víctima, identificada como José Luis G. P., de aproximadamente 35 años, recibió múltiples disparos mientras se encontraba en la vía pública. Testigos relataron que el atacante, un sujeto joven que pedaleaba con calma, se acercó sigilosamente antes de abrir fuego sin mediar palabra.
El ataque, ejecutado con una precisión escalofriante, dejó a los vecinos en estado de shock. Según las autoridades, se encontraron al menos nueve casquillos de bala calibre .9 milímetros en la escena, evidencia de la saña con la que se perpetró el homicidio.
La policía municipal acudió al lugar, pero, como suele ocurrir, el sicario ya había desaparecido. Las cámaras de vigilancia de la zona están siendo revisadas, aunque las esperanzas de identificar al culpable son escasas, dado el historial de impunidad en casos similares.
La Fiscalía General del Estado ha iniciado una investigación, pero los avances son mínimos hasta ahora. El cuerpo de la víctima fue trasladado al Servicio Médico Forense para realizar la necropsia de ley, mientras la familia exige justicia en medio del dolor.
Este asesinato se suma a la ola de violencia que azota Chihuahua, donde los crímenes relacionados con el crimen organizado parecen no tener fin. Los ciudadanos expresan su hartazgo ante la falta de estrategias efectivas por parte de las autoridades para frenar esta crisis.
La colonia Diego Lucero, antes considerada tranquila, ahora es escenario de miedo constante. Los habitantes evitan salir de noche y desconfían incluso de los rostros desconocidos que transitan por sus calles.
Casos como este reflejan el colapso de la seguridad en la región, donde los sicarios actúan con total descaro, sin temor a las consecuencias. La pregunta que todos se hacen es: ¿hasta cuándo seguirá esta pesadilla?
Las autoridades prometen reforzar la vigilancia, pero las palabras suenan vacías para una población que vive con el corazón en la mano. Mientras tanto, la ciudad llora otra vida perdida en un ciclo de violencia que parece interminable.
José Luis G. P. se convierte en una cifra más en las estadísticas de homicidios, pero para sus seres queridos, su pérdida es un vacío que nadie llenará. Chihuahua sigue esperando respuestas, pero el silencio de las autoridades es ensordecedor.