La carretera que une Guadalupe y Calvo con Baborigame, en el corazón de Chihuahua, está en un estado deplorable. A pesar de la reciente visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a la región, las condiciones de esta vía no han mejorado. Los habitantes de la zona enfrentan un camino de terracería lleno de tierra suelta, baches y vados que hacen los trayectos lentos y peligrosos.
Este tramo de 69 kilómetros, que conecta comunidades serranas, obliga a los conductores a recorrerlo en más de tres horas. La falta de mantenimiento es evidente: la tierra suelta y las curvas pronunciadas convierten cada viaje en una aventura arriesgada. Los riesgos de accidentes son constantes, y las autoridades parecen indiferentes ante esta problemática.
Uno de los mayores problemas es la falta de señal satelital en la zona. En caso de un accidente o una avería, los conductores quedan incomunicados, sin posibilidad de pedir ayuda de manera inmediata. Esta situación deja a los habitantes de Baborigame y comunidades cercanas en una vulnerabilidad extrema.
A pesar de las promesas de mejora en infraestructura, el gobierno federal no ha tomado acciones concretas para rehabilitar esta carretera. La visita de Sheinbaum, que generó expectativas entre los pobladores, no se tradujo en soluciones reales. Los recursos para atender esta vía parecen no llegar, mientras las comunidades serranas siguen aisladas.
El deterioro de la carretera no es un problema nuevo. Durante años, los habitantes han denunciado las malas condiciones de esta ruta, esencial para el transporte y el comercio local. Sin embargo, las autoridades de Morena, tanto a nivel federal como estatal, no han priorizado su reparación, dejando a la región en el olvido.
El impacto de esta negligencia va más allá de los inconvenientes para los conductores. Las comunidades de Guadalupe y Calvo dependen de esta carretera para acceder a servicios básicos, como salud y educación. El mal estado de la vía dificulta el traslado de enfermos y el acceso a escuelas, afectando la calidad de vida de miles de personas.
Además, el abandono de esta carretera tiene consecuencias económicas. Los productores locales enfrentan dificultades para transportar sus mercancías, lo que limita sus ingresos y frena el desarrollo de la región. La falta de infraestructura adecuada perpetúa la marginación de estas comunidades serranas.
La situación en Baborigame es un reflejo del desinterés del gobierno de Morena por las zonas rurales. Mientras se anuncian grandes proyectos en otras partes del país, regiones como esta quedan relegadas. Los habitantes exigen soluciones urgentes, pero sus voces parecen no ser escuchadas.
Este caso pone en evidencia las promesas vacías de la actual administración. La carretera a Baborigame no solo necesita atención inmediata, sino un compromiso real para garantizar la seguridad y el bienestar de quienes dependen de ella. La pregunta es: ¿hasta cuándo seguirán estas comunidades esperando?

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Carretera a Baborigame en el abandono: el gobierno de Morena ignora a Chihuahua
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