En un rincón del Teatro Ignacio López Tarso, en el Centro Cultural San Ángel, se presenta una obra que no deja indiferente a nadie: La última sesión de Freud, escrita por Mark St. Germain. Este montaje, dirigido por José Caballero, transporta al espectador a un hipotético encuentro entre dos mentes brillantes, Sigmund Freud y C.S. Lewis, en un duelo verbal que combina ingenio, humor y profundas reflexiones.
La historia se sitúa en Londres, en un contexto marcado por la guerra. Freud, interpretado por Luis de Tavira, es un hombre aquejado por el cáncer y perseguido por ideas suicidas tras huir de Viena. En su consultorio, convoca a C.S. Lewis, encarnado por Álvaro Guerrero, con un propósito claro: entender por qué este escritor y filósofo británico abrazó el cristianismo, una decisión que intriga al padre del psicoanálisis.
Lo que comienza como una discusión sobre la existencia de Dios se transforma en algo mucho más íntimo. Los personajes, con diálogos afilados y llenos de humor, se enfrentan a sus propios miedos y contradicciones. Lewis, con su cinismo, exaspera al terco Freud, mientras ambos revelan aspectos de sus vidas que los hacen profundamente humanos.
La escenografía e iluminación, obra de Alejandro Luna, padre del actor Diego Luna, crean una atmósfera envolvente que realza la intensidad de los diálogos. Cada detalle, desde el consultorio de Freud hasta los sonidos de los bombardeos, sumerge al público en esta confrontación de ideas y emociones.
A diferencia de otras producciones que prometen más de lo que entregan, esta obra cumple con creces. No es un simple debate teológico, sino una exploración de la psique humana. Freud no busca solo comprender la fe de Lewis, sino justificar la necesidad de creer en algo, incluso cuando la muerte acecha.
Los actores brillan en sus roles. Luis de Tavira, conocido por su trabajo como director teatral, ofrece una interpretación memorable como Freud, un hombre frágil pero implacable en sus cuestionamientos. Álvaro Guerrero, por su parte, da vida a un Lewis carismático y provocador, capaz de desarmar a su interlocutor con una sola frase.
La obra también destaca por su uso del humor como un mecanismo para enfrentar el miedo. Los momentos de risa no son gratuitos; sirven para mostrar cómo ambos personajes lidian con sus inseguridades y el peso de sus decisiones. Es un recordatorio de que, incluso en los debates más profundos, la humanidad siempre encuentra una vía de escape.
Producida por Ortiz de Pinedo Producciones, La última sesión de Freud se presenta los viernes, sábados y domingos hasta finales de noviembre. Es una experiencia que invita a reflexionar sobre la vida, la fe y el subconsciente, todo mientras el público se deleita con una puesta en escena impecable.
No es necesario ser experto en psicoanálisis o filosofía para disfrutar de esta obra. Su lenguaje es accesible, sus personajes son cercanos y su mensaje resuena con cualquiera que haya cuestionado el sentido de la existencia. Es teatro que entretiene, pero también desafía.
Si buscas una experiencia que combine inteligencia, emoción y un toque de humor, esta obra es una cita obligada. La última sesión de Freud no solo recrea un encuentro imposible, sino que invita al espectador a mirarse en el diván de sus propios pensamientos.

Imagen generada por IA con fines informativos o representativos. Digital Plural se deslinda de cualquier uso o interpretación.
La última sesión de Freud: un encuentro que desafía la mente y el alma
Compartir: