En 2022, Monterrey se convirtió en la primera ciudad de México y Centroamérica en anunciar con bombo y platillo la creación de una Oficina de Calor Extremo, un proyecto que prometía enfrentar las altas temperaturas que azotan la ciudad. Sin embargo, tres años después, esta iniciativa parece haber quedado en el olvido, sin resultados visibles ni acciones concretas que respalden su existencia.
La oficina, impulsada por el entonces alcalde Luis Donaldo Colosio Riojas, tenía como objetivo desarrollar estrategias para mitigar los efectos del calor extremo, un problema que cada año pone en riesgo la salud de los regiomontanos. Con un financiamiento inicial de 50 mil dólares anuales, se esperaba que Monterrey liderara el camino en la lucha contra este fenómeno climático.
Sin embargo, las promesas se han desvanecido. No hay reportes públicos sobre las acciones realizadas por esta oficina, ni evidencia de que los recursos asignados se estén utilizando efectivamente. Mientras tanto, las temperaturas en Nuevo León siguen superando los 40 grados, afectando a miles de personas, especialmente a las más vulnerables.
El abandono de este proyecto refleja una falta de compromiso por parte de las autoridades municipales. En una ciudad donde las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas, la inacción pone en peligro a la población, que enfrenta deshidratación, golpes de calor y problemas de salud relacionados con las altas temperaturas.
Organizaciones ambientales y ciudadanos han alzado la voz, exigiendo claridad sobre el destino de los fondos y los planes para reactivar esta iniciativa. Sin embargo, las respuestas de las autoridades han sido escasas, dejando más dudas que certezas sobre el futuro de la Oficina de Calor Extremo.
Mientras tanto, los regiomontanos siguen lidiando con el calor sin el respaldo de un plan integral. Las medidas preventivas, como puntos de hidratación o campañas de concientización, son insuficientes y no reflejan el alcance que se prometió cuando se creó esta oficina.
El cambio climático no espera, y Monterrey necesita acciones concretas para proteger a sus habitantes. La inactividad de las autoridades municipales contrasta con la urgencia de un problema que afecta la calidad de vida de miles de personas en la ciudad.
El caso de la Oficina de Calor Extremo es un recordatorio de cómo las promesas políticas pueden quedar en el papel. Sin una rendición de cuentas clara, los proyectos que podrían marcar la diferencia terminan siendo solo un espejismo en medio del calor abrasador.

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La Oficina de Calor Extremo en Monterrey, un proyecto olvidado por las autoridades
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