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Pese al calor abrasador, vendedores de aguas frescas en Monterrey luchan por sobrevivir

En plena ola de calor en Monterrey, donde el termómetro supera los 40 grados, los vendedores de aguas frescas enfrentan una realidad desoladora. Lejos de beneficiarse con la sed que provoca el clima, muchos reportan ventas casi nulas, lo que pone en riesgo su sustento diario.
José Luis, un vendedor en la Macroplaza, relata que lleva horas bajo el sol sin vender un solo vaso. Con el sudor corriendo por su frente, explica que la gente prefiere resguardarse en lugares con aire acondicionado, dejando las calles vacías. Su historia refleja la de muchos comerciantes que dependen de la afluencia de personas para sobrevivir.
Las altas temperaturas, que han roto récords en Nuevo León, no solo afectan la salud, sino también la economía de los trabajadores informales. La Secretaría de Salud estatal ha emitido alertas por golpes de calor, recomendando evitar actividades al aire libre entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde, justo el horario pico para los vendedores.
A pesar de las advertencias, muchos como José Luis no tienen otra opción. Deben permanecer en sus puestos, soportando el calor extremo, con la esperanza de que algún cliente aparezca. La falta de ingresos los obliga a arriesgar su bienestar, mientras las deudas y las necesidades familiares no dan tregua.
Otros comerciantes, como María, quien vende en el Paseo Santa Lucía, han intentado adaptarse. Ella ofrece promociones y mantiene sus bebidas bien frías, pero aun así las ventas no despegan. La ausencia de turistas y transeúntes, combinada con el miedo al calor, ha convertido sus jornadas en una lucha constante.
La situación no es nueva. En años anteriores, las olas de calor también han golpeado a los vendedores ambulantes, pero este 2025 parece ser especialmente duro. Los reportes meteorológicos indican que las temperaturas extremas podrían prolongarse, lo que agrava la incertidumbre para estos trabajadores.
Mientras tanto, las autoridades han instalado puntos de hidratación en la ciudad, pero estas medidas no resuelven el problema de fondo. Los vendedores piden apoyos económicos o estrategias para reactivar el flujo de personas en las zonas comerciales, aunque sus voces parecen no ser escuchadas.
Para José Luis, María y cientos de vendedores en Monterrey, cada día es una batalla contra el calor y la indiferencia. Con el sol abrasador como su principal adversario, estos trabajadores se aferran a la esperanza de que el próximo cliente les permita llevar algo a casa.
La resiliencia de estos comerciantes es un reflejo de la lucha diaria de miles de mexicanos que, a pesar de las adversidades, no se rinden. Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo podrán resistir?

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