La Franja de Gaza fue escenario de una tragedia devastadora durante la noche del miércoles, marcada por intensos bombardeos israelíes que dejaron al menos 70 muertos, según reportes locales. Esta ofensiva, una de las más letales desde la reanudación del conflicto, golpeó con fuerza el norte del enclave, especialmente en la localidad de Yabalia.
Entre las víctimas se encuentra la familia Meqbel, cuyo hogar fue destruido por proyectiles. Hasán, un sobreviviente, relató con dolor que no quedó nadie con vida en la casa de su hermana, donde residían varios familiares, incluidos cuatro niños. Los ataques se concentraron en cinco clanes familiares, dejando un rastro de devastación y luto.
En el Hospital Indonesio de Beit Lahia, los equipos de emergencia trabajaron sin descanso para recibir los cuerpos de las víctimas. Los pasillos del centro médico se llenaron de llantos y sudarios ensangrentados, mientras decenas de personas lloraban a sus seres queridos. Imágenes desgarradoras muestran los rostros de una mujer y dos niños, uno de ellos un bebé, cubiertos por telas blancas.
Los bombardeos no se limitaron al norte. En el sur, en Jan Yunis, otros 13 civiles perdieron la vida en ataques similares. Según el Ministerio de Sanidad gazatí, más de 52,900 personas, en su mayoría mujeres y niños, han muerto desde el inicio de la guerra en octubre de 2023, con 119,700 heridos.
La noche coincidió con el inicio de una gira por Oriente Medio del presidente estadounidense, Donald Trump, quien se reunió con líderes árabes como el presidente interino de Siria, Ahmed al Sharaa, y el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán. Esta visita ha generado críticas entre los sobrevivientes, quienes sienten que los líderes regionales priorizan intereses políticos sobre el sufrimiento palestino.
Hasán, desde las puertas del hospital, expresó su frustración: los líderes árabes, dijo, envían recursos a Trump mientras el pueblo gazatí enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes. Sus palabras reflejan el sentimiento de abandono que recorre las calles de Gaza, donde la esperanza se desvanece entre los escombros.
Yihad, otro miembro de la familia Meqbel, describió cómo despertó en la madrugada tras el impacto de dos proyectiles en su hogar. La casa, donde vivía hasta hace dos semanas, quedó reducida a cenizas. Aseguró que sus familiares no tenían vínculos con grupos políticos como Fatah o Hamás, lo que hace aún más incomprensible la tragedia.
La comunidad internacional sigue sin lograr un alto al fuego duradero. Mientras los bombardeos continúan, los hospitales de Gaza operan al límite, desbordados por la llegada de heridos y cuerpos. La noche del miércoles quedará grabada como un capítulo especialmente sombrío en un conflicto que no da tregua.
La población gazatí, atrapada en un ciclo de violencia, enfrenta no solo la pérdida de vidas, sino también la destrucción de hogares y la escasez de recursos básicos. La situación humanitaria se agrava día a día, con miles de desplazados buscando refugio en un territorio asediado.
Este nuevo episodio de violencia reaviva el debate sobre la necesidad de una solución diplomática que ponga fin al sufrimiento de civiles. Mientras tanto, Gaza llora a sus muertos y se prepara para enfrentar las cicatrices de una noche que, para muchos, nunca será olvidada.

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Gaza vive una de las noches más mortíferas en su historia reciente
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