La tensión comercial entre China y Estados Unidos comienza a disminuir con un acuerdo que reduce significativamente los aranceles entre ambas potencias. A partir de este miércoles, Pekín ha bajado sus gravámenes a productos estadounidenses del 125% al 10%, mientras que Washington ha recortado los suyos del 145% al 30%. Este pacto, vigente por 90 días, busca frenar una guerra comercial que ha sacudido los mercados globales.
Las negociaciones, celebradas el fin de semana pasado en Ginebra, marcaron un hito en las relaciones entre las dos mayores economías del mundo. Ambas naciones emitieron un comunicado conjunto el lunes, confirmando los detalles del acuerdo. China implementó la reducción a partir de las 12:01 hora local de este miércoles, mientras que Estados Unidos aplicó su parte de inmediato.
El acuerdo incluye la creación de un mecanismo permanente de consulta para mantener el diálogo abierto. Este paso pretende evitar nuevas escaladas en el conflicto comercial, que se intensificó en abril con aranceles recíprocos que alcanzaron niveles récord. La tregua actual es vista como un alivio temporal para los mercados y las cadenas de suministro globales.
China también se comprometió a suspender medidas no arancelarias, como restricciones a la exportación de tierras raras y sanciones a empresas estadounidenses. Por su parte, Estados Unidos mantendrá aranceles sobre sectores estratégicos como automóviles, acero, aluminio y productos farmacéuticos, con el objetivo de incentivar la producción interna.
La guerra comercial ha tenido un impacto notable en ambas economías. Las importaciones estadounidenses desde China cayeron en marzo a su nivel más bajo desde 2020, afectadas por los altos gravámenes. Los consumidores y productores de ambos países han enfrentado costos elevados, lo que ha generado preocupación por una posible recesión global.
A pesar del optimismo por la tregua, los analistas advierten que el acuerdo no garantiza una solución definitiva. La duración de 90 días sugiere que ambas partes buscan tiempo para negociar un pacto más amplio. Sin embargo, las tensiones geopolíticas y las diferencias económicas podrían complicar un arreglo duradero.
El tono de las negociaciones refleja una mezcla de pragmatismo y cautela. China, liderada por el viceprimer ministro He Lifeng, insiste en un enfoque de respeto mutuo. Estados Unidos, representado por el secretario del Tesoro Scott Bessent y el representante de Comercio Jamieson Greer, prioriza proteger sus intereses industriales.
Este acuerdo llega tras meses de volatilidad en los mercados financieros, con caídas en bolsas de Asia y Europa debido a la incertidumbre comercial. La reducción de aranceles podría estabilizar los precios de bienes importados, beneficiando a consumidores y empresas en ambos países.
Las conversaciones futuras se alternarán entre China, Estados Unidos o un tercer país, según lo acordado. Este mecanismo busca mantener un canal de comunicación constante, algo crucial para evitar malentendidos que podrían reavivar el conflicto.
Por ahora, el mundo observa con atención si esta tregua marca el inicio de una distensión o es solo una pausa en una rivalidad económica que sigue definiendo el panorama global. Los próximos 90 días serán clave para evaluar el futuro del comercio entre estas dos potencias.

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Entra en vigor la rebaja de aranceles entre China y Estados Unidos para calmar la guerra comercial
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