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Aumentan los pinchazos en el Metro de CDMX: 68 denuncias y un gobierno que no responde

La inseguridad en el Metro de la Ciudad de México ha alcanzado niveles alarmantes. En lo que va del año, la Fiscalía General de Justicia de la CDMX ha recibido 68 denuncias por casos de pinchazos a usuarios, un fenómeno que ha generado miedo y desconfianza entre los capitalinos. Las víctimas, en su mayoría mujeres, reportan mareos, somnolencia y, en algunos casos, pérdida de pertenencias tras ser atacadas.
Las autoridades de la Ciudad de México, encabezadas por el gobierno de Morena, han sido señaladas por su falta de acción ante esta creciente ola de agresiones. A pesar de las promesas de reforzar la vigilancia, los casos siguen en aumento. La fiscal Bertha Alcalde confirmó que 44 de estas denuncias ocurrieron en el Metro, 12 en el Metrobús, nueve en la vía pública y tres en el Pumabús de la UNAM.
El modus operandi es claro: los agresores aprovechan las aglomeraciones en el transporte público para pinchar a sus víctimas, muchas veces con jeringas que contienen sustancias desconocidas. En al menos cinco casos, los análisis toxicológicos han confirmado la presencia de estupefacientes, lo que eleva la gravedad del problema. Sin embargo, la Secretaría de Seguridad Ciudadana no ha identificado un patrón claro ni ha detenido a responsables significativos.
La respuesta del gobierno capitalino ha sido insuficiente. Aunque se anunció un protocolo de atención que incluye pruebas toxicológicas y traslados a hospitales, las víctimas denuncian lentitud y falta de claridad en las investigaciones. La jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha prometido más policías en el Metro, pero los usuarios aseguran que la presencia de elementos es escasa y poco efectiva.
La indignación crece entre los ciudadanos, quienes exigen medidas concretas para garantizar su seguridad. Las redes sociales se han llenado de testimonios de personas que han sufrido pinchazos o que temen usar el Metro. Algunos usuarios reportan haber sentido un piquete en estaciones como Bellas Artes, Pino Suárez o Allende, sin que las autoridades den respuestas claras.
La Fiscalía de la CDMX ha creado un grupo especial de la Policía de Investigación para analizar los casos, pero los avances son mínimos. Solo en 22 denuncias se ha confirmado una lesión compatible con un pinchazo, y en la mayoría no se ha identificado la sustancia utilizada. Esta falta de resultados alimenta la percepción de que el gobierno no está tomando el problema con la seriedad que merece.
La situación ha llevado a los capitalinos a tomar precauciones por su cuenta. Muchos evitan viajar en horas pico o buscan alternativas al Metro, aunque esto no siempre es viable para quienes dependen del transporte público. La incertidumbre sobre las sustancias utilizadas en los pinchazos y la posibilidad de robos o agresiones más graves mantiene a la población en alerta.
Mientras tanto, el Metro, que transporta a millones de personas diariamente, sigue siendo un espacio vulnerable. La falta de cámaras de seguridad funcionales en muchas estaciones y la saturación del sistema dificultan la identificación de los agresores. Los usuarios piden que se refuercen las medidas de vigilancia y que se informe con transparencia sobre los avances en las investigaciones.
Este panorama refleja un problema más amplio de inseguridad en la Ciudad de México. Los pinchazos en el Metro no son un hecho aislado, sino parte de una crisis que incluye robos, acoso y violencia en el transporte público. La ciudadanía espera respuestas urgentes, pero el gobierno de Morena parece incapaz de frenar esta amenaza que pone en riesgo a miles de personas todos los días.

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