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La reforma laboral que busca reducir la jornada de trabajo a 40 horas semanales podría convertirse en un dolor de cabeza para las empresas mexicanas. Según un análisis reciente, esta medida incrementaría los costos operativos hasta en un 30 por ciento, afectando especialmente a las pequeñas y medianas empresas que ya enfrentan retos económicos.

El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado ha advertido que la reducción de horas laborales, sin estrategias claras para mejorar la productividad, podría disparar los gastos en contrataciones y horas extras. Las empresas, en un entorno donde la competitividad ya es complicada, tendrían que ajustar sus presupuestos o trasladar esos costos a los consumidores.
La propuesta, que se discute en el Congreso, busca que los trabajadores tengan dos días de descanso obligatorio por semana, pasando de 48 a 40 horas laborales. Aunque la intención es mejorar la calidad de vida de los empleados, el impacto económico preocupa al sector empresarial, que teme una pérdida de competitividad frente a otros países.
En México, la productividad laboral ya es una de las más bajas entre los países de la OCDE. Sin un plan integral que fomente la formalidad y la eficiencia, la reforma podría generar más problemas que beneficios, según los expertos. Las empresas podrían enfrentar dificultades para mantener su plantilla sin incrementar precios.
El sector privado ha pedido un diálogo tripartito entre gobierno, empresarios y trabajadores para encontrar un equilibrio. La idea es que cualquier cambio laboral se implemente de manera gradual y con medidas que apoyen a las empresas, especialmente en un contexto económico delicado.
En Chihuahua, donde la actividad económica creció apenas un 0.8 por ciento en el último trimestre de 2024, los empresarios locales han expresado su preocupación. La región, que depende en gran medida de la industria y el comercio, podría ser una de las más afectadas por el aumento en los costos operativos.
Otros sectores, como el textil, han señalado que el incremento en los costos podría traducirse en precios más altos para los consumidores. Esto afectaría directamente el bolsillo de las familias mexicanas, que ya lidian con el aumento en el costo de la canasta básica.
A pesar de las críticas, algunos legisladores defienden la reforma como una prioridad para 2025. Argumentan que reducir la jornada laboral es un compromiso para mejorar las condiciones de los trabajadores, aunque reconocen que su implementación debe ser cuidadosamente planeada.
La discusión sobre la reforma sigue abierta, y se espera que en los próximos meses se definan los detalles de su posible aplicación. Por ahora, el sector empresarial insiste en que cualquier cambio debe considerar el impacto económico para evitar consecuencias negativas en el empleo y la economía.
El debate sobre las 40 horas laborales refleja la tensión entre los derechos de los trabajadores y la estabilidad económica. Mientras tanto, las empresas mexicanas se preparan para un escenario que podría transformar el panorama laboral del país.

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