La crisis del gusano barrenador ha puesto contra las cuerdas a los ganaderos de Chihuahua, quienes exigen al gobierno federal cerrar la frontera sur de México. La plaga, que ha desencadenado la suspensión de exportaciones de ganado a Estados Unidos, representa un golpe devastador para el sector. Álvaro Bustillos, presidente de la Unión Ganadera Regional de Chihuahua, no oculta su frustración: “Es el tiro de gracia a nuestra industria”.
El problema no es nuevo, pero la falta de acción efectiva ha agravado la situación. Estados Unidos cerró su frontera el 11 de mayo, suspendiendo la importación de ganado vivo, caballos y bisontes, tras detectar casos de gusano barrenador en el sur de México. La medida, anunciada por el Departamento de Agricultura estadounidense, responde a una plaga que, según los ganaderos, se origina en el ingreso descontrolado de ganado desde Centroamérica.
Bustillos acusa una descoordinación alarmante entre las autoridades mexicanas. Mientras Chihuahua y otros estados del norte invierten millones en sanidad animal, el sur del país enfrenta un descontrol que pone en riesgo la economía nacional. “No es justo que nos midan con la misma vara que a estados como Tabasco o Chiapas, que no invierten en sanidad”, señaló el líder ganadero.
La Unión Ganadera ha propuesto medidas urgentes, como un cierre inmediato de la frontera sur y la creación de un comité binacional con Estados Unidos para coordinar estrategias. También piden reforzar la producción de moscas estériles, una herramienta clave para combatir la plaga, pero que actualmente opera al 20% de su capacidad necesaria. En los años 80, México necesitó 500 millones de moscas estériles para erradicar el problema; hoy, apenas se producen 100 millones.
El impacto económico es brutal. En Chihuahua, 120 mil cabezas de ganado están varadas, y a nivel nacional, se estima que hasta 200 mil reses no pueden exportarse. Cada día, los ganaderos pierden entre 2 y 3 millones de dólares, ya que el precio de venta en el mercado nacional es un 30% menor al de exportación. La suspensión temporal de 15 días, negociada por el secretario de Agricultura, Julio Berdegué, podría extenderse si no se toman medidas efectivas.
Los ganaderos también critican la inacción en las engordas, donde se incumplen protocolos sanitarios. Un caso en Veracruz, donde una engorda evadió los cercos sanitarios, disparó las alertas. El ganado de esa región, que transita libremente hacia el norte, agrava el riesgo de propagación. “Es un problema de seguridad nacional y salud pública”, advierte Bustillos.
La presión no solo viene de los ganaderos. Diputados de oposición han señalado que el cierre de la frontera pone en riesgo al sector y demandan mayor presupuesto para el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria. Mientras tanto, el gobierno federal analiza cerrar la frontera sur, pero Berdegué advierte que la medida es compleja y podría afectar el abasto nacional de carne.
Chihuahua, libre de casos de gusano barrenador, refuerza sus controles sanitarios, pero la crisis evidencia una fractura en la estrategia nacional. Los ganaderos del norte exigen ser tratados de forma diferenciada, con políticas que reconozcan sus esfuerzos en sanidad. La pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo se seguirá postergando una solución definitiva?

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Ganaderos en jaque: la plaga que paraliza la frontera y amenaza la economía
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