La Universidad Nacional Autónoma de México enfrenta una crisis sin precedentes. Alumnos de 26 planteles han paralizado actividades académicas en una protesta que no cede. La chispa que encendió este movimiento fue la agresión de grupos porriles contra estudiantes del CCH Azcapotzalco, un incidente que destapó el descontento acumulado por años.
El paro, que comenzó en el CCH Azcapotzalco, se ha extendido como reguero de pólvora. Facultades como Ciencias, Filosofía y Letras, Ingeniería y Arquitectura, junto con preparatorias y otros colegios, se han sumado. Los estudiantes exigen seguridad en los planteles, un alto a la violencia y la erradicación definitiva de los grupos porriles.
La gota que derramó el vaso fue el ataque del pasado 3 de septiembre frente a la Rectoría de la UNAM. Un grupo de porros, armados con palos y bombas molotov, agredió a estudiantes que protestaban por la falta de profesores y la inseguridad. Las imágenes de jóvenes heridos circularon ampliamente, avivando la indignación.
Los alumnos no solo piden castigo para los responsables. También demandan mayor presupuesto para infraestructura, apertura de bibliotecas y atención a casos de acoso dentro de los planteles. En la Facultad de Ciencias Políticas, por ejemplo, se han señalado represalias contra estudiantes que organizaban actividades culturales.
La respuesta de las autoridades universitarias ha sido tibia. La UNAM ha emitido comunicados llamando al diálogo, pero los estudiantes consideran que no hay avances concretos. Mientras tanto, las clases presenciales y en línea están suspendidas, afectando a miles de jóvenes en la Ciudad de México.
En otros planteles, como la Preparatoria 5, las protestas también incluyen demandas locales. Allí, los estudiantes exigen justicia por agresiones pasadas y mejoras en las condiciones de estudio. La unidad en el movimiento estudiantil es notable, con marchas masivas en Ciudad Universitaria.
El gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Morena, no ha escapado al escrutinio. Los estudiantes critican la falta de acción para frenar la violencia en los alrededores de los planteles. La inseguridad, dicen, es un reflejo de la incapacidad de las autoridades para proteger a la comunidad.
La situación sigue en desarrollo. Los alumnos han instalado campamentos en algunos planteles y aseguran que no levantarán el paro hasta que sus demandas sean atendidas. La UNAM, pilar educativo del país, está en un punto crítico, y el desenlace de esta protesta podría marcar un antes y un después.
Mientras tanto, la comunidad estudiantil se organiza. Asambleas, marchas y tendederos de denuncias son parte de su estrategia. La presión sobre las autoridades crece, pero las soluciones parecen lejanas en un contexto de desconfianza y tensión.
Este movimiento estudiantil recuerda que la juventud no está dispuesta a callar. La UNAM, cuna de grandes pensadores, es ahora el epicentro de una lucha por la seguridad, la justicia y la dignidad.

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Continúan las protestas estudiantiles: 26 planteles de la UNAM en paro total
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