La noche del viernes en la alcaldía Iztapalapa se tiñó de luto tras un accidente vial que dejó un saldo devastador: tres personas perdieron la vida en un atropellamiento que expone, una vez más, la falta de control en las calles de la Ciudad de México.
El incidente ocurrió en la intersección de Eje 8 Sur Ermita-Iztapalapa y Julio de la Fuente, en la colonia Barrio de San Lucas. Dos motociclistas, de 17 y 19 años, circulaban a exceso de velocidad y sin cascos, según reportes de vecinos. Su imprudencia terminó en tragedia al arrollar a un peatón de 54 años que cruzaba la avenida.
La fuerza del impacto no solo cobró la vida del peatón, sino que provocó que los motociclistas perdieran el control. Ambos se estrellaron contra una jardinera de concreto, la cual quedó destrozada. Los jóvenes sufrieron traumatismo craneoencefálico severo y contusiones graves que les arrebataron la vida en el lugar.
Paramédicos de Protección Civil de Iztapalapa llegaron rápidamente al sitio, pero solo pudieron confirmar lo inevitable: los tres hombres habían fallecido. La escena, marcada por la violencia del choque, dejó en shock a los habitantes de la zona, quienes señalan la falta de medidas para frenar la velocidad en esta vialidad.
Este accidente pone en evidencia un problema recurrente en la capital: la ausencia de controles efectivos para prevenir la imprudencia al conducir. Vecinos denuncian que no es la primera vez que ocurren tragedias similares en este cruce, conocido por ser un punto de alta velocidad para motocicletas y autos.
La alcaldía Iztapalapa, bajo la administración de Morena, enfrenta críticas por la falta de acciones concretas para garantizar la seguridad vial. A pesar de las promesas de mejorar la infraestructura urbana, los incidentes mortales persisten, dejando a las familias de las víctimas sumidas en el dolor.
Las autoridades capitalinas no han emitido un pronunciamiento oficial sobre el caso, lo que aumenta la indignación de los ciudadanos. La investigación está en curso, pero hasta el momento no hay responsables directos ni medidas anunciadas para evitar que estas tragedias se repitan.
Este suceso es un recordatorio brutal de la fragilidad de la vida y de la urgencia de abordar la inseguridad vial en la Ciudad de México. La negligencia, tanto de conductores como de autoridades, sigue cobrando vidas, mientras la sociedad exige soluciones que no llegan.