En Toluca, la empresa Alimentos de Alta Calidad El Pedregal, responsable del persistente olor a croquetas que invade la ciudad, sigue operando sin inconvenientes, según las autoridades estatales. A pesar de las quejas de miles de habitantes, la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de México asegura que la compañía cumple con todas las normativas ambientales.
La planta, ubicada en la colonia Científicos, ha generado malestar durante años, con un olor que se extiende hasta cinco kilómetros a la redonda. Vecinos de colonias como Independencia, Centro Histórico y Ciudad Universitaria reportan molestias constantes, desde dolores de cabeza hasta náuseas, atribuidas a la contaminación olfativa.
El activista Dante Álvarez Jiménez, líder de la asociación Eco-Renacimiento, ha encabezado una lucha incansable contra la empresa. Con más de 2,247 firmas recolectadas, los toluqueños exigen la clausura de la planta, argumentando que afecta la salud de al menos 400,000 personas, casi la mitad de la población municipal.
Sin embargo, la titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Alhely Rubio Arronis, ha desestimado las denuncias. Según la funcionaria, la empresa cuenta con todos los permisos en regla y no hay evidencia de que los olores representen un riesgo grave para la salud. Esta postura ha generado indignación entre los habitantes.
El gobierno municipal de Toluca, encabezado por el morenista Ricardo Moreno Bastida, también ha minimizado el problema. El alcalde informó que la empresa adquirió filtros para reducir los olores, pero los vecinos aseguran que no han notado ninguna mejora significativa.
La falta de acción concreta por parte de las autoridades ha llevado a los activistas a buscar nuevas estrategias. Ahora, planean solicitar a la Legislatura local una norma específica para regular la contaminación olfativa, ya que actualmente no existe un marco legal claro que limite este tipo de emisiones.
Mientras tanto, los toluqueños siguen conviviendo con el olor a croquetas que se ha convertido en una marca no deseada de la ciudad. Las quejas ciudadanas se acumulan, pero las promesas de solución no pasan de ser palabras vacías, según los afectados.
La situación expone un vacío normativo que beneficia a la empresa y deja desprotegidos a los habitantes. Para muchos, la indiferencia de las autoridades refleja una prioridad hacia los intereses privados por encima del bienestar común.
La lucha contra la contaminación olfativa en Toluca continúa, pero el panorama no es alentador. Sin una regulación efectiva ni voluntad política, los ciudadanos temen que el olor a croquetas siga siendo parte de su día a día por mucho tiempo más.

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La empresa que apesta Toluca con olor a croquetas opera sin problemas
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