En el corazón del Estado de México, un secreto a voces ha generado miedo e incertidumbre entre los pobladores de Temascalapa: un basurero nuclear opera desde hace décadas a pocos kilómetros de sus hogares. El Centro de Almacenamiento de Desechos Radiactivos, conocido como Cader, guarda materiales peligrosos que, según los habitantes, podrían estar afectando su salud y el medio ambiente.
Este depósito, manejado por el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, fue creado en 1970 como una solución temporal para almacenar residuos radiactivos. Sin embargo, más de 50 años después, sigue funcionando sin un plan claro para su cierre o reubicación. Los pobladores denuncian que nunca fueron informados adecuadamente sobre los riesgos de vivir cerca de este sitio.
En San Juan Teacalco, una de las comunidades más cercanas al Cader, los recuerdos de Petra, una vecina de 77 años, son estremecedores. Ella relata cómo en la década de 1980 vio llegar camiones con varillas contaminadas por cobalto-60, un material radiactivo usado en tratamientos médicos. La falta de transparencia y la intervención del Ejército para sofocar protestas marcaron la historia de este lugar.
El Cader almacena desechos de hospitales, industrias y laboratorios, pero no incluye los generados por la Central Nuclear de Laguna Verde. A pesar de que las autoridades aseguran que el sitio cumple con normas de seguridad, los habitantes desconfían. La cercanía de un arroyo seco al lugar alimenta temores de posibles filtraciones que podrían contaminar el suelo y el agua.
En 1980, los pobladores bloquearon una carretera para exigir claridad sobre el basurero nuclear, pero la protesta fue disuelta con violencia. Desde entonces, el movimiento opositor se debilitó, y muchos de los manifestantes han fallecido. Los sobrevivientes, como Petra, sienten que sus preocupaciones han sido ignoradas por las autoridades federales y locales.
Estudios independientes sobre el impacto del Cader en la salud y el medio ambiente son escasos. Los habitantes han solicitado análisis para determinar si la radiación ha causado enfermedades, pero hasta ahora no han recibido respuestas concretas. La opacidad del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares agrava la desconfianza en la comunidad.
A nivel local, el presidente municipal de Temascalapa, Mauricio Copca, prometió hace años gestionar estudios ambientales y de salud, pero los avances son nulos. La sensación de abandono prevalece entre los pobladores, quienes conviven diariamente con la incertidumbre de un peligro invisible.
El caso del Cader pone en evidencia la falta de políticas claras para manejar desechos radiactivos en México. Mientras otros países invierten en soluciones permanentes, en Temascalapa el basurero nuclear sigue siendo una amenaza latente, sin fecha de cierre a la vista.

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El basurero nuclear que aterra a México: desechos radiactivos amenazan a comunidades
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