La inseguridad en Jalisco sigue siendo un dolor de cabeza para los ciudadanos, y ahora el senador Gerardo Fernández Noroña ha soltado una idea que está dando de qué hablar. En medio de la ola de violencia que azota al estado, Noroña sugirió que Omar García Harfuch, el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, debería mudarse a Jalisco para coordinar de cerca los esfuerzos contra el crimen. La propuesta llega tras los recientes episodios violentos en municipios como Teuchitlán y Teocaltiche, que han dejado en evidencia la falta de control en la región.
El senador, conocido por sus posturas contundentes, no se guardó nada al señalar que la presencia de Harfuch en el estado podría ser clave para reducir los índices delictivos. Según Noroña, la experiencia del secretario, quien ha sido elogiado por su trabajo en la Ciudad de México, podría marcar la diferencia en un estado donde los homicidios y los enfrentamientos entre grupos criminales están a la orden del día. Sin embargo, la sugerencia no ha estado exenta de críticas, pues algunos consideran que es más un golpe mediático que una solución real.
Jalisco, uno de los estados más golpeados por la violencia, enfrenta un panorama complicado. Los reportes de balaceras, secuestros y hallazgos de fosas clandestinas son casi cotidianos. En este contexto, la propuesta de Noroña parece buscar presionar al gobierno federal para que tome medidas más drásticas. Pero, ¿es realmente viable que un secretario de Estado se traslade a un solo estado para enfrentar el problema? La pregunta está en el aire.
Por su parte, Harfuch no ha respondido directamente a la sugerencia del senador. Sin embargo, el secretario ha estado en el ojo del huracán por su estrategia nacional de seguridad, que incluye cuatro ejes enfocados en combatir el crimen organizado y reducir los homicidios. A pesar de los esfuerzos, los resultados en lugares como Jalisco aún no son los esperados, y la percepción de inseguridad entre la población sigue en aumento.
La relación entre el gobierno federal y el estatal también juega un papel importante en este tema. Jalisco, gobernado por Enrique Alfaro hasta hace poco, ha tenido roces con la administración de Claudia Sheinbaum. Aunque Alfaro se reunió con la presidenta para discutir temas de seguridad, las diferencias políticas han complicado la coordinación. Ahora, con un nuevo gobierno estatal en puerta, la propuesta de Noroña podría interpretarse como un intento de meter presión a ambos niveles de gobierno.
Mientras tanto, los jaliscienses siguen viviendo con miedo. Según datos del INEGI, más del 78% de los habitantes de Guadalajara se sienten inseguros, una cifra que refleja el hartazgo de la población. Los operativos policiacos y los decomisos de droga no han sido suficientes para calmar las aguas, y la ciudadanía exige soluciones concretas, no solo discursos o propuestas que suenan bien en los titulares.
La idea de que Harfuch viva en Jalisco también ha generado reacciones encontradas en redes sociales. Algunos usuarios aplauden la sugerencia, argumentando que un enfoque más directo podría funcionar. Otros, en cambio, la ven como una estrategia populista que no aborda las causas de fondo de la violencia, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades para los jóvenes.
Lo cierto es que la inseguridad en Jalisco no se resolverá con una sola medida. La coordinación entre el gobierno federal, estatal y municipal es crucial, pero hasta ahora ha dejado mucho que desear. Mientras los políticos discuten y lanzan propuestas, la violencia no da tregua, y los ciudadanos son quienes pagan las consecuencias de un problema que parece no tener fin a la vista.
El futuro de la seguridad en Jalisco sigue siendo incierto. Con un nuevo gobierno estatal a punto de tomar las riendas y la presión de figuras como Noroña, queda por verse si las autoridades lograrán ponerse de acuerdo para enfrentar el crimen. Por ahora, la propuesta de que Harfuch se mude al estado no es más que una idea en el aire, pero refleja el nivel de desesperación por encontrar soluciones en una región donde la paz parece un sueño lejano.