En un México donde la desaparición de personas es una herida abierta, las madres buscadoras transformaron el Día de las Madres en una jornada de lucha y resistencia. En Jalisco, colectivos de familias se reunieron para exigir verdad y justicia por los más de 127 mil desaparecidos, una cifra que refleja la magnitud de una crisis humanitaria que no cesa. La Marcha de la Dignidad Nacional, bajo el lema “Las Madres llegarán a la Verdad”, resonó en Guadalajara y otras ciudades, visibilizando un dolor que no encuentra consuelo.
La Glorieta de las y los Desaparecidos en Guadalajara se convirtió en un símbolo de memoria colectiva. Las madres, acompañadas por cientos de personas, no solo buscan a sus hijos e hijas, sino que han resignificado el 10 de mayo como un día de acción. Lejos de celebraciones, estas mujeres alzaron la voz para recordar que sus seres queridos no son números, sino historias interrumpidas, sueños truncados por la violencia que azota al país.
El contexto de esta marcha no es aislado. Las recientes revelaciones del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco sobre un rancho en Teuchitlán, señalado como un centro de exterminio, han sacudido a la sociedad. Las imágenes de fosas y restos humanos expusieron una realidad que el gobierno federal parece empeñado en minimizar. Este hallazgo obligó a la presidenta Claudia Sheinbaum a abrir diálogos con los colectivos, pero las madres aseguran que las promesas no se traducen en acciones concretas.
A nivel nacional, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México agrupa a cientos de colectivos que exigen respuestas. En la Ciudad de México, una velada frente al Monumento a la Madre reunió a familias que claman por un país donde buscar a un ser querido no signifique arriesgar la vida. Las madres buscadoras enfrentan amenazas, agresiones y hasta asesinatos, pero su valentía no cede ante la impunidad que permea las instituciones.
En Jalisco, la crisis de desapariciones es particularmente alarmante. Con más de 15 mil casos registrados, el estado se ha convertido en un epicentro de esta tragedia. Las madres buscadoras, armadas con picos y palas, han encontrado fosas clandestinas donde las autoridades no llegan. Su labor, reconocida por la ONU, pone en evidencia la inacción de un gobierno que parece desbordado por la magnitud del problema.
El comunicado de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos resaltó el papel crucial de estas mujeres. Su lucha no solo busca a los desaparecidos, sino que visibiliza una crisis que afecta a más de 100 mil familias. La ONU destacó que las madres buscadoras han roto barreras, organizándose para exigir justicia en un contexto de violencia e indiferencia institucional.
La marcha de este 10 de mayo no fue solo un acto de protesta, sino un recordatorio de que la memoria de los desaparecidos vive en cada madre que se niega a rendirse. En Oaxaca, los colectivos declararon: “No tenemos nada que celebrar, buscamos a nuestros hijos”. Esta frase encapsula el sentir de miles de mujeres que, a pesar del dolor, siguen adelante con una determinación que desafía al olvido.
El gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta un reto monumental. Los diálogos con los colectivos son un primer paso, pero las madres exigen resultados tangibles: búsquedas efectivas, protección para quienes buscan y un alto a la impunidad. Mientras tanto, las madres buscadoras continúan su labor, tejiendo una red de memoria y resistencia que no permitirá que los desaparecidos sean olvidados.
La sociedad, convocada por estas mujeres, tiene un papel crucial. Las madres buscadoras no solo piden justicia, sino que llaman a la solidaridad para enfrentar una crisis que nos afecta a todos. En cada marcha, en cada velada, su mensaje es claro: los desaparecidos no son solo suyos, son de todo un país que clama por verdad y justicia.
Este 10 de mayo, México vio una vez más la fuerza de las madres buscadoras. Su lucha es un faro en medio de la oscuridad, un recordatorio de que, mientras haya una madre buscando, la esperanza de encontrar a los desaparecidos seguirá viva. La pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo las autoridades responderán con hechos y no con palabras?

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Madres buscadoras tejen memoria en un grito por justicia ante la crisis de desaparecidos
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