La presidenta Claudia Sheinbaum no da tregua a los bancos mexicanos. En la reciente Convención Bancaria 2025, celebrada en Nuevo Vallarta, la mandataria lanzó un ultimátum al sector financiero: bajar las tasas de interés y facilitar el acceso al crédito para las pequeñas y medianas empresas (Pymes). Según Sheinbaum, esta medida es clave para “dinamizar” la economía, pero su tono imperativo ha levantado cejas entre los expertos.
Durante su discurso, Sheinbaum insistió en que México está “rezagado” en el otorgamiento de créditos a Pymes, comparado con otros países. Aseguró que el gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda, ya está negociando con la banca comercial y de desarrollo para lograr condiciones más favorables. Sin embargo, no detalló cómo planea convencer a un sector que opera bajo lógicas de mercado, no de decretos.
La presidenta también presumió el respaldo de los banqueros, quienes, según ella, aplaudieron su frase insignia: “Por el bien de todos, primero los pobres”. Este comentario, más político que práctico, parece buscar réditos electorales en lugar de soluciones reales para las Pymes, que enfrentan barreras estructurales como la informalidad y la falta de garantías crediticias.
El Banco de México (Banxico) ha reducido su tasa de referencia a 9 por ciento, pero Sheinbaum argumenta que esto no se refleja en los costos que enfrentan las Pymes al solicitar préstamos. Los bancos, por su parte, han señalado que las altas tasas responden a riesgos como el impago y un sistema judicial ineficiente, problemas que el gobierno no ha abordado con seriedad.
El acuerdo firmado en la Convención Bancaria entre el gobierno y la Asociación de Bancos de México (ABM) promete que, para 2030, el 30 por ciento de las Pymes tengan acceso a financiamiento formal. Sin embargo, los críticos advierten que este objetivo es ambicioso y carece de un plan claro, especialmente en un contexto de incertidumbre económica global.
La exigencia de Sheinbaum no es nueva. Desde abril, la presidenta ha presionado al sector financiero, delegando al secretario de Hacienda, Edgar Amador, la tarea de negociar con los bancos. Pero los analistas coinciden: las tasas no bajarán por voluntad política. Factores como la inflación, el riesgo país y la falta de certeza jurídica son determinantes, y el gobierno no ha mostrado avances significativos en estos frentes.
La intervención de Sheinbaum en la Convención Bancaria también tuvo un trasfondo político. Al destacar su compromiso con las Pymes, busca reforzar su imagen como una líder preocupada por los sectores vulnerables. No obstante, los banqueros presentes, aunque diplomáticos, dejaron claro que cualquier cambio en las tasas debe ir acompañado de reformas estructurales, no de discursos populistas.
El evento, bajo el lema “La banca y su aportación al desarrollo de México”, fue una oportunidad para que el sector financiero pidiera al gobierno estabilidad económica y un sistema judicial más eficiente. La respuesta de Sheinbaum fue vaga, lo que genera dudas sobre la viabilidad de sus demandas.
Mientras tanto, las Pymes mexicanas siguen atrapadas en un círculo vicioso: necesitan créditos para crecer, pero los bancos, ante la falta de garantías y un entorno económico incierto, se resisten a flexibilizar sus condiciones. La presión de Sheinbaum podría traducirse en medidas populistas que, lejos de resolver el problema, distorsionen el mercado.
La pregunta que queda en el aire es si esta ofensiva contra la banca es una estrategia genuina para impulsar la economía o simplemente un intento de la presidenta por mantener el control del discurso público. Por ahora, los banqueros han prometido colaborar, pero sin compromisos concretos, dejando a las Pymes en la misma incertidumbre de siempre.

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¡SHEINBAUM EXIGE A BANQUEROS BAJAR TASAS DE INTERÉS! ¿OTRO CAPRICHO PRESIDENCIAL?
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