Los gigantes automotrices de Estados Unidos, General Motors, Ford y Stellantis, han levantado la voz contra el reciente acuerdo comercial entre su país y el Reino Unido. Este pacto, anunciado por el presidente Donald Trump, ha generado una ola de críticas entre los fabricantes, quienes aseguran que pone en desventaja a la industria automotriz norteamericana.
El acuerdo, presentado junto al primer ministro británico Keir Starmer, establece un arancel del 10% para las primeras 100 mil unidades de automóviles importados desde el Reino Unido. Sin embargo, una vez superado este límite, el arancel sube al 25%. Según los fabricantes, esto hace que sea más económico importar vehículos británicos que aquellos producidos en México o Canadá.
A través de un comunicado emitido por el American Automakers Policy Council, el grupo que representa a GM, Ford y Stellantis, las empresas expresaron su decepción. Argumentan que el gobierno de Trump ha priorizado al Reino Unido sobre sus aliados más cercanos, México y Canadá, socios clave en el tratado de libre comercio T-MEC.
El T-MEC exige que los vehículos fabricados en Norteamérica contengan al menos un 50% de componentes estadounidenses para evitar aranceles. En contraste, los autos británicos, con un contenido estadounidense mucho menor, ahora tendrán un acceso preferencial al mercado de Estados Unidos, lo que los fabricantes consideran una contradicción.
El impacto de este acuerdo, según los fabricantes, no solo afecta a las grandes empresas automotrices, sino también a los proveedores y trabajadores del sector en Estados Unidos. Advierten que podría reducir la competitividad de la industria y afectar miles de empleos en el país.
Ford, por ejemplo, ya ha tomado medidas para contrarrestar los efectos de los aranceles. La compañía anunció que aumentará los precios de los modelos producidos en México y vendidos en Estados Unidos, una decisión que podría impactar directamente a los consumidores.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, defendió el acuerdo, asegurando que beneficia a la industria automotriz estadounidense. Según ella, los fabricantes que producen en Estados Unidos no enfrentarán aranceles, lo que los coloca en una posición ventajosa para competir en el mercado global.
A pesar de estas declaraciones, los fabricantes no están convencidos. Han expresado su preocupación por el precedente que este acuerdo podría sentar en futuras negociaciones comerciales con otros países, especialmente competidores asiáticos y europeos.
El acuerdo forma parte de los esfuerzos de Trump para reducir las tensiones en su guerra arancelaria global. Mientras tanto, en el Reino Unido, el pacto ha sido bien recibido, con un aumento del 10% en las acciones de Aston Martin, el fabricante de autos de lujo.
La industria automotriz estadounidense, sin embargo, sigue en alerta. GM, Ford y Stellantis han dejado claro que continuarán abogando por políticas comerciales que protejan sus intereses y los de los trabajadores norteamericanos.

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GM, Ford y Stellantis arremeten contra el nuevo acuerdo comercial entre EE.UU. y Reino Unido
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