Saúl Francisco Hernández, alias “El Ponchis” o “El Fantasma”, está en el ojo del huracán tras escapar del Centro de Reinserción Social (Cereso) 1 en Hermosillo, Sonora. Este peligroso líder de Los Salazar, un grupo criminal ligado al Cártel de Sinaloa, ha desatado una crisis de seguridad en el estado. Su fuga, ocurrida el 5 de mayo, ha puesto en alerta a las autoridades y a la población.
La Fiscalía General de Justicia de Sonora no ha escatimado recursos: ofrece un millón de pesos a quien proporcione información veraz para recapturar a este delincuente. La recompensa, duplicada desde los 500 mil pesos iniciales, refleja la urgencia de volver a poner tras las rejas a un hombre acusado de homicidio calificado, asociación delictuosa y tráfico de drogas.
“El Ponchis” no es un criminal cualquiera. Identificado como uno de los principales generadores de violencia en Sonora, lideraba la célula Los Fantasmas, operando en municipios clave como Sáric, Santa Ana y Altar. Su historial incluye crímenes graves, como el asesinato de un agente de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal, lo que lo convirtió en un objetivo prioritario para las autoridades estatales y federales.
La fuga se detectó durante un pase de lista en el Cereso 1, un penal que, sorprendentemente, no cuenta con medidas de máxima seguridad, a pesar de la peligrosidad de Hernández. Las autoridades activaron de inmediato protocolos de búsqueda, pero el hecho de que haya escapado en menos de dos meses desde su captura el 25 de marzo genera serias dudas sobre la vigilancia en el centro penitenciario.
Víctor Hugo Enríquez, secretario de Seguridad Pública de Sonora, calificó el hecho como “indignante” y prometió una investigación exhaustiva. Cuatro personas ya están detenidas por su posible implicación, y se revisa la actuación de los custodios. Cualquier indicio de complicidad o negligencia, aseguró, será castigado con todo el peso de la ley.
Los operativos para recapturar a “El Ponchis” se han extendido por todo el país. Carreteras, aeropuertos y centrales de autobuses están bajo vigilancia. La coordinación entre fuerzas estatales y federales es intensa, pero la ausencia de resultados inmediatos alimenta la preocupación de los sonorenses, que temen un repunte de la violencia.
La captura de Hernández en marzo había sido celebrada como un golpe al crimen organizado. El propio gobernador Alfonso Durazo destacó la operación, que involucró al Ejército, la Guardia Nacional y la Agencia Ministerial de Investigación Criminal. Ahora, su fuga representa un duro revés para la estrategia de seguridad del estado.
La situación expone fallas estructurales en el sistema penitenciario de Sonora. Que un criminal de alto calibre como “El Ponchis” haya escapado de un penal no diseñado para reos de su peligrosidad plantea preguntas sobre la gestión de los centros de reclusión. La ciudadanía exige respuestas y resultados concretos.
Este caso también reaviva el debate sobre la efectividad de las políticas de seguridad en el estado. Mientras Los Salazar y otras células criminales continúan operando, la fuga de uno de sus líderes más temidos es una señal alarmante de que el control del crimen organizado sigue siendo un desafío pendiente.
La recompensa de un millón de pesos sigue vigente, y las autoridades confían en que la colaboración ciudadana será clave para recapturar a “El Ponchis”. Sin embargo, el tiempo corre, y cada día que pasa sin su detención aumenta la incertidumbre en Sonora.

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Un Millón de Pesos por “El Ponchis”: La Fuga que Sacude Sonora
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