En Monterrey, una de las ciudades más importantes de México, la educación enfrenta un serio desafío. Según datos recientes, 14 mil personas en la urbe no saben leer ni escribir, lo que refleja un problema estructural que afecta a miles de habitantes. Este panorama pone en evidencia las carencias en el acceso a la educación básica en una metrópoli que se presume moderna y desarrollada.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que el analfabetismo en Monterrey se concentra principalmente en sectores vulnerables. Las comunidades marginadas, donde la pobreza limita las oportunidades, son las más afectadas. Muchas de estas personas no tuvieron acceso a la escuela en su infancia o abandonaron sus estudios por necesidad económica.
El rezago educativo no solo implica no saber leer ni escribir. También abarca a quienes no han completado la educación básica, como primaria o secundaria. En Nuevo León, se estima que 818 mil personas presentan este problema, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Esto posiciona al estado como uno de los que enfrenta mayores retos en la materia.
Las autoridades educativas han reconocido que la pandemia de COVID-19 agravó la situación. El cierre de escuelas y la falta de acceso a herramientas tecnológicas para la educación a distancia dejaron a muchos estudiantes atrás. En Monterrey, las pruebas locales han mostrado que un alto porcentaje de alumnos de primaria y secundaria no alcanza los conocimientos básicos en materias como matemáticas y lenguaje.
A pesar de los esfuerzos por combatir el analfabetismo, los resultados son lentos. Programas como los del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) buscan atender a esta población, pero la demanda supera la capacidad de las iniciativas actuales. En 2025, se planea una jornada nacional para incorporar a más personas a procesos de alfabetización, aunque los retos persisten.
Factores como la desigualdad social y la falta de infraestructura educativa en ciertas zonas de Monterrey complican el panorama. Las áreas rurales y las colonias populares enfrentan una carencia de escuelas y maestros capacitados. Esto perpetúa un ciclo donde las nuevas generaciones tienen menos oportunidades de salir adelante.
El impacto del rezago educativo va más allá de lo individual. Una población con bajos niveles de educación enfrenta mayores dificultades para acceder a empleos bien remunerados, lo que perpetúa la pobreza. Además, limita el desarrollo económico y social de una ciudad que aspira a ser un referente nacional e internacional.
Organizaciones civiles y expertos han hecho un llamado a las autoridades para que refuercen las políticas educativas. Proponen estrategias como mayor inversión en escuelas, programas de alfabetización más accesibles y campañas para reintegrar a los jóvenes que abandonaron sus estudios. Sin embargo, la respuesta gubernamental aún parece insuficiente frente a la magnitud del problema.
En un contexto donde la educación es clave para el progreso, Monterrey enfrenta un reto urgente. Los 14 mil analfabetas de la ciudad son un recordatorio de que aún hay mucho por hacer para garantizar que todos tengan acceso a este derecho fundamental. La solución requiere un esfuerzo conjunto entre gobierno, sociedad y sector privado.

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Monterrey enfrenta un grave rezago educativo: 14 mil personas analfabetas en la ciudad
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