El Vaticano vivió un momento histórico este jueves 8 de mayo de 2025, cuando el humo blanco emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, señal inequívoca de que los 133 cardenales electores reunidos en el cónclave eligieron al nuevo Papa. La espera terminó para los 1,400 millones de católicos en el mundo, quienes aguardaban con expectación la identidad del sucesor del Papa Francisco.
El cónclave, que comenzó el miércoles 7 de mayo, se desarrolló en un ambiente de solemnidad y estricta confidencialidad. Los cardenales, provenientes de 70 países, se encerraron en la Capilla Sixtina para votar bajo la mirada del fresco del Juicio Final de Miguel Ángel. Tras dos días de deliberaciones y varias rondas de votaciones, el acuerdo llegó en la jornada del jueves.
El humo blanco, acompañado por el repique de las campanas de la Basílica de San Pedro, desató júbilo entre los miles de fieles y curiosos reunidos en la Plaza de San Pedro. La fumata blanca marcó el fin de la sede vacante, iniciada tras el fallecimiento del Papa Francisco el 21 de abril de 2025, quien lideró la Iglesia durante 12 años con un pontificado marcado por su enfoque en los pobres y los migrantes.
Minutos después, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro para pronunciar las palabras que resonaron en el mundo: “Habemus Papam”. El nuevo Papa, elegido como el 267º pontífice, es el cardenal Robert Francis Prevost, quien adoptó el nombre de León XIV, un guiño a la tradición y la fortaleza de la Iglesia.
León XIV, de origen estadounidense, se convierte en el primer Papa de Estados Unidos en la historia. Su elección refleja la creciente diversidad de la Iglesia Católica, con un cónclave considerado el más multicultural de todos los tiempos. Prevost, conocido por su trabajo pastoral y su cercanía con las comunidades, enfrenta ahora retos monumentales en un mundo marcado por conflictos y desafíos internos en la Iglesia.
El proceso de elección estuvo regulado por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, que establece que el nuevo Papa debe obtener al menos dos tercios de los votos, es decir, 89 de los 133 cardenales electores. Las votaciones se realizaron en secreto, con las papeletas quemadas en una estufa especial para producir el humo que comunica el resultado al exterior.
Durante el cónclave, el humo negro predominó en las primeras rondas, indicando que no había consenso. La fumata blanca del jueves, alrededor de las 10:30 horas de Roma, señaló que los cardenales lograron unificar criterios tras intensas negociaciones. La elección de León XIV se interpreta como una apuesta por la continuidad de las reformas impulsadas por Francisco, aunque con un enfoque propio.
El nuevo pontífice enfrenta desafíos como la crisis de vocaciones, los escándalos de abusos en la Iglesia y la necesidad de fortalecer la unidad entre los fieles. Además, deberá navegar un panorama global complejo, con conflictos bélicos, el auge de gobiernos populistas y la urgencia de abordar la crisis climática.
León XIV hizo su primera aparición pública desde el balcón de San Pedro, donde impartió la bendición Urbi et Orbi, dirigida a la ciudad y al mundo. Su mensaje inicial llamó a la unidad y la esperanza, resonando entre los presentes que lo aclamaron con entusiasmo.
La elección de un nuevo Papa marca un capítulo crucial para la Iglesia Católica, que busca renovar su misión en un mundo en constante cambio. Los ojos del mundo permanecerán atentos a los primeros pasos de León XIV, cuyo pontificado promete dejar una huella profunda en la historia.

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Habemus Papam: Humo blanco anuncia al nuevo líder de la Iglesia Católica
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