La chimenea de la Capilla Sixtina ha emitido la esperada fumata blanca este jueves 8 de mayo, marcando el fin del cónclave y la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica. Miles de fieles y curiosos reunidos en la Plaza de San Pedro estallaron en júbilo al ver el humo blanco, que anunció la llegada del sucesor del Papa Francisco.
El cónclave, iniciado el miércoles 7 de mayo, reunió a 133 cardenales electores de 70 países, todos menores de 80 años. Este proceso, cargado de simbolismo y secreto, se llevó a cabo bajo estrictas medidas de aislamiento, con inhibidores de señal y juramentos de confidencialidad para garantizar que no hubiera filtraciones.
Tras tres votaciones sin consenso, marcadas por fumatas negras, la cuarta votación de este segundo día logró el acuerdo necesario. Para ser elegido, el nuevo Papa necesitaba al menos 89 votos, equivalente a dos tercios de los cardenales presentes, según las reglas de la Santa Sede.
El cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro para pronunciar las palabras que resonaron en todo el mundo: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam”. A continuación, reveló el nombre del nuevo pontífice, cuya identidad marcó un momento histórico para los 1,400 millones de católicos.
La elección llega tras el fallecimiento del Papa Francisco, cuyo pontificado de 12 años dejó un legado de apertura y reformas. El nuevo Papa, aún desconocido al momento del anuncio de la fumata, enfrentará retos como unir a una Iglesia diversa y responder a los desafíos de un mundo en constante cambio.
La Plaza de San Pedro, abarrotada de peregrinos, turistas y medios de comunicación, vibró con la emoción del momento. Las campanas de la basílica repicaron con fuerza, confirmando la noticia que muchos esperaban tras dos días de incertidumbre.
El Vaticano desplegó un impresionante operativo mediático, con cámaras y drones capturando cada detalle del cónclave. La transmisión en vivo del canal de YouTube de Vatican News atrajo a decenas de miles de espectadores, reflejando el interés global por este rito milenario.
El nuevo Papa, tras aceptar su elección, se retiró a la “Sala de las Lágrimas” para vestir los hábitos papales y prepararse para su primera aparición. Su bendición Urbi et Orbi, dirigida a la ciudad y al mundo, marcará el inicio oficial de su pontificado.
Este cónclave, uno de los más diversos en la historia, destacó por la participación de cardenales de todos los continentes. La elección refleja el peso de una Iglesia global, con debates sobre su rumbo en temas como la inclusión, la justicia social y la tradición.
El mundo ahora espera las primeras palabras del nuevo pontífice, cuya visión guiará a la Iglesia Católica en los años venideros. La fumata blanca no solo anunció un nuevo Papa, sino el comienzo de una nueva era para la fe católica.