En la Plaza de San Pedro, miles de fieles y curiosos aguardan con expectación. La chimenea de la Capilla Sixtina ha emitido la tan esperada fumata blanca, señal de que los 133 cardenales han elegido al nuevo Papa. Este momento, cargado de simbolismo, marca el inicio de un ritual ancestral que culmina con la aparición del nuevo líder de la Iglesia Católica en el balcón de la Basílica.
Tras la fumata blanca, el cardenal elegido debe aceptar formalmente su elección. El decano del Colegio Cardenalicio le pregunta si acepta el cargo y, de ser así, qué nombre papal elegirá. Este instante, lleno de solemnidad, ocurre en la intimidad de la Capilla Sixtina, donde los cardenales han deliberado bajo estricta confidencialidad.
Una vez aceptada la elección, el nuevo Papa es conducido a la Sala de las Lágrimas, una pequeña habitación junto a la Capilla Sixtina. Allí, se prepara para asumir su nuevo rol. La sala, conocida por ser un lugar de reflexión y emoción, permite al elegido un momento de introspección antes de enfrentar al mundo.
En la Sala de las Lágrimas, el Papa se viste con las vestiduras papales blancas, preparadas en tres tallas diferentes para ajustarse a cualquier cardenal electo. Este proceso, que puede tomar entre 10 y 20 minutos, incluye la selección de la sotana, el solideo y la cruz pectoral, símbolos de su autoridad espiritual.
Mientras tanto, en la Capilla Sixtina, los cardenales rinden un primer homenaje al nuevo Pontífice. Se lee un pasaje del Evangelio y se realizan formalidades litúrgicas. Estos actos refuerzan la unidad de la Iglesia y preparan el escenario para el anuncio oficial que está por venir.
El momento cumbre llega cuando el cardenal protodiácono, actualmente Dominique Mamberti, sale al balcón central de la Basílica de San Pedro. Con las palabras “Habemus Papam”, anuncia el nombre del nuevo Papa y el título que ha elegido. La multitud estalla en júbilo, ansiosa por conocer al sucesor de San Pedro.
El nuevo Papa, ya vestido y preparado, sale al balcón minutos después del anuncio. Cada Pontífice decide cómo presentarse: algunos, como Benedicto XVI, han usado la esclavina y la estola; otros, como Francisco, optaron por una apariencia más sencilla, con solo la sotana blanca y la cruz.
Desde el balcón, el Papa ofrece sus primeras palabras al mundo y otorga la bendición Urbi et Orbi, un gesto que simboliza su conexión con los fieles de Roma y del mundo entero. Este instante, que suele ocurrir entre 30 y 60 minutos después de la fumata blanca, marca el comienzo oficial de su pontificado.
La elección de un nuevo Papa es un proceso cargado de tradición, pero también de significado contemporáneo. En un mundo conectado digitalmente, la fumata blanca sigue siendo una señal universal, capaz de unir a millones en un solo momento de expectativa y esperanza.
El cónclave de 2025, con cardenales de 71 países, refleja la diversidad de la Iglesia Católica. La elección del nuevo líder no solo definirá el rumbo de la institución, sino que también enviará un mensaje al mundo sobre los valores y prioridades de la fe católica en los años por venir.

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Fumata blanca en el Vaticano: Así se prepara el nuevo Papa antes de salir al balcón
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