Por primera vez en la historia, el Vaticano tiene un Papa con una pasión declarada por el tenis. León XIV, el nuevo pontífice de 69 años, ha sorprendido al mundo al revelar que es un tenista amateur, un detalle que lo conecta con millones de aficionados al deporte blanco. Su elección como líder de la Iglesia Católica no solo marca un hito espiritual, sino también un momento curioso para los amantes del deporte.
El arzobispo de Chiclayo, Perú, quien asumió el papado tras un cónclave que captó la atención global, no es ajeno a las canchas. En una entrevista concedida hace dos años, León XIV confesó que el tenis ha sido una parte importante de su vida, aunque siempre desde una perspectiva humilde. “Soy un tenista aficionado, nada más”, dijo entonces, dejando claro que su amor por este deporte no compite con su vocación espiritual.
El tenis, un deporte que combina destreza, estrategia y resistencia, parece haber encontrado un lugar especial en la rutina del Papa. Durante su tiempo como arzobispo, se le vio en varias ocasiones practicando en canchas locales de Chiclayo. Aunque no se considera un competidor profesional, su entusiasmo por el juego lo ha convertido en una figura inspiradora para los deportistas de su comunidad.
León XIV no solo ha jugado tenis, sino que también ha promovido el deporte entre los jóvenes. En Perú, apoyó iniciativas para llevar el tenis a comunidades menos privilegiadas, destacando su valor como herramienta de disciplina y trabajo en equipo. Esta faceta del Papa resuena con quienes ven en el deporte una vía para el desarrollo personal y social.
El impacto de su elección como Papa trasciende las fronteras de la religión. En las redes sociales, los fanáticos del tenis han celebrado la noticia, compartiendo memes y mensajes que imaginan al pontífice con una raqueta en la mano. Algunos incluso han bromeado sobre la posibilidad de un torneo amistoso en el Vaticano, aunque no hay indicios de que esto ocurra.
En el contexto del tenis profesional, la noticia llega en un momento clave. Esta semana comienza el Masters 1000 de Roma, uno de los torneos más prestigiosos del circuito ATP. La coincidencia ha llevado a algunos a especular que la ATP podría aprovechar la popularidad del Papa para promover el tenis en América Latina, quizás con un futuro torneo en Lima.
La historia de León XIV también pone el foco en Perú, un país con una rica tradición deportiva pero poca presencia en el tenis de élite. Su pasión por este deporte podría inspirar a una nueva generación de tenistas peruanos, quienes ven en el Papa un ejemplo de que no hay límites para soñar, incluso desde una cancha modesta.
Más allá del simbolismo, el Papa León XIV enfrenta ahora el desafío de liderar a la Iglesia en un mundo complejo. Sin embargo, su amor por el tenis nos recuerda que incluso las figuras más prominentes tienen pasiones cotidianas. En cada swing de su raqueta, el pontífice demuestra que la humildad y la dedicación pueden ir de la mano, dentro y fuera de la cancha.

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El Papa León XIV, el tenista amateur que conquista el Vaticano
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