En un acto cargado de solemnidad, los 133 cardenales electores se han reunido en la Capilla Sixtina para dar inicio al cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco. La procesión desde la Capilla Paulina hasta la Sixtina, acompañada por el canto del Veni Creator Spiritus, marcó el comienzo de este evento trascendental.
Cada cardenal, bajo los imponentes frescos de Miguel Ángel, ha prestado un juramento de secreto absoluto. Con la mano sobre el Evangelio, prometieron cumplir las normas del cónclave y actuar con libertad de conciencia, un ritual que refuerza la seriedad de su misión.
El cónclave, que arrancó con la tradicional orden de “extra omnes” (todos fuera), se desarrolla en un ambiente de aislamiento total. Los cardenales no tendrán contacto con el exterior hasta que elijan al nuevo líder de la Iglesia católica, un proceso que podría durar días.
Este cónclave destaca por su diversidad, con representantes de 70 países, incluyendo 24 cardenales latinoamericanos. La influencia de Francisco, quien nombró al 80 por ciento de los electores, se siente en la presencia de figuras de regiones como Mongolia, Irán y Argelia.
La primera votación tuvo lugar esta tarde, y se espera que la fumata, el humo que indica el resultado, sea negra si no hay acuerdo. Las siguientes jornadas incluirán cuatro escrutinios diarios, dos por la mañana y dos por la tarde, hasta alcanzar los 89 votos necesarios.
El Vaticano ha tomado medidas estrictas para garantizar la confidencialidad. La señal de telefonía móvil está desactivada, y los celulares de los cardenales fueron confiscados. Todo el personal, desde cocineros hasta guardias suizos, juró guardar silencio bajo pena de excomunión.
Las reuniones previas al cónclave, conocidas como congregaciones generales, permitieron a los cardenales debatir el perfil del próximo papa. Muchos apuestan por un cónclave breve, de dos o tres días, aunque otros advierten que la falta de un favorito claro podría prolongar las deliberaciones.
Entre los temas discutidos está la necesidad de un pontífice que continúe el legado de Francisco, enfocándose en los pobres, la paz y el diálogo con la sociedad moderna. Sin embargo, las diferencias entre los cardenales, especialmente entre regiones como Asia y Europa, podrían influir en el resultado.
La elección del nuevo papa no solo definirá el rumbo de la Iglesia católica, con 1.400 millones de fieles, sino que también tendrá un impacto global. La fumata blanca, cuando llegue, será un momento esperado por millones en todo el mundo.
Mientras los cardenales permanecen encerrados, el mundo observa la chimenea de la Capilla Sixtina, aguardando la señal que anunciará al nuevo líder espiritual. Este cónclave, por su alcance y contexto, ya es considerado uno de los más significativos en la historia reciente.

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Cardenales inician el cónclave para elegir al nuevo papa en un evento histórico
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