La ola de violencia que azota Sinaloa ha golpeado nuevamente a la educación. La Universidad Autónoma de Sinaloa anunció la suspensión de clases presenciales en ocho municipios, una medida desesperada para proteger a estudiantes y trabajadores en medio de un panorama de inseguridad que parece no tener fin.
Mocorito, Guamúchil, Angostura, Las Brisas, Casa Blanca, Palos Verdes, Bamoa y León Fonseca son los municipios afectados. Desde este martes, las aulas quedaron vacías y las clases migraron al formato virtual, una decisión que refleja el miedo y la incertidumbre que vive la comunidad universitaria.
El lunes fue un día sangriento en Sinaloa. Enfrentamientos armados, bloqueos carreteros y asesinatos sacudieron al menos cinco municipios. La violencia, lejos de disminuir, recrudece y obliga a las instituciones a tomar medidas extremas para garantizar la seguridad de sus integrantes.
La UAS informó que la modalidad virtual se aplicará en cualquier localidad donde se detecten indicios de riesgo. Esta no es la primera vez que la universidad recurre a esta estrategia; desde septiembre del año pasado, la inseguridad ha forzado cierres intermitentes de planteles en varios puntos del estado.
El encargado del despacho de rectoría, Robespierre Lizárraga Otero, aseguró que la prioridad es la integridad de estudiantes y trabajadores. Sin embargo, la falta de garantías de seguridad por parte de las autoridades estatales y federales mantiene a la comunidad educativa en un estado de alerta constante.
La crisis de violencia en Sinaloa no es un hecho aislado. Desde hace meses, el estado vive una pugna entre facciones del crimen organizado, un conflicto que ha dejado un rastro de muertes, desapariciones y miedo en la población. Las aulas, que deberían ser un refugio para el aprendizaje, se han convertido en otro escenario vulnerable.
Mientras las autoridades universitarias intentan mantener la continuidad educativa a través de plataformas digitales, la pregunta persiste: ¿hasta cuándo seguirá esta situación? La UAS ha dejado claro que no regresará a las clases presenciales hasta que existan condiciones seguras, una meta que parece lejana en el actual contexto.
La impotencia crece entre estudiantes, docentes y padres de familia. La educación, pilar fundamental para el desarrollo, queda relegada ante la incapacidad de las autoridades para frenar la violencia. Sinaloa vive días oscuros, y la suspensión de clases es solo un reflejo de una crisis mucho más profunda.

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La Universidad Autónoma de Sinaloa se tambalea ante la violencia: clases presenciales suspendidas en ocho municipios
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