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India niega víctimas civiles tras un ataque transfronterizo contra Pakistán

La India lanzó un ataque militar contra Pakistán, asegurando que se trató de una operación precisa contra bases terroristas. Este hecho, ocurrido en la madrugada del 7 de mayo, ha encendido las alarmas en una región marcada por tensiones históricas. Nueva Delhi afirmó que el bombardeo, denominado Operación Sindoor, tuvo como objetivo nueve sitios específicos en Pakistán y la Cachemira controlada por este país.
El Ministerio de Defensa indio señaló que los ataques se dirigieron exclusivamente a infraestructura vinculada al terrorismo. Según las autoridades, no se afectaron objetivos civiles, económicos ni militares paquistaníes. La operación se llevó a cabo desde el espacio aéreo indio, utilizando armas de largo alcance para evitar una escalada mayor.
Por su parte, Pakistán presentó una versión opuesta. El gobierno de Islamabad denunció que los bombardeos dejaron al menos ocho civiles muertos, incluyendo una mujer y un niño. Las autoridades paquistaníes reportaron que los ataques alcanzaron zonas pobladas en las ciudades de Muridke, Bahawalpur, Kotli y Muzaffarabad, esta última en la Cachemira bajo su control.
El ataque indio fue una respuesta directa al atentado del 22 de abril en la Cachemira administrada por India. En ese incidente, 26 personas, en su mayoría turistas, perdieron la vida en la ciudad de Pahalgam. Nueva Delhi acusó a Pakistán de respaldar a los responsables, aunque no ha presentado pruebas públicas de esta relación.
Pakistán calificó el bombardeo como un acto de guerra no provocado. El primer ministro Shehbaz Sharif aseguró que su país tiene el derecho de responder con firmeza. Además, Islamabad informó al Consejo de Seguridad de la ONU, argumentando que los ataques representan una amenaza a la paz internacional.
La región de Cachemira, dividida entre ambos países desde 1947, sigue siendo un foco de conflicto. Tanto India como Pakistán reclaman el territorio en su totalidad, lo que ha desatado guerras y enfrentamientos durante décadas. La suspensión reciente del Tratado de Aguas del Indo por parte de India añadió más tensión al panorama.
Tras el ataque, Pakistán cerró su espacio aéreo en varias regiones, afectando aeropuertos clave como el de Islamabad. India, por su parte, canceló vuelos hacia Cachemira y estados fronterizos. Las Fuerzas Armadas de ambos países han intensificado sus maniobras cerca de la Línea de Control, la frontera de facto que separa las dos Cachemiras.
La comunidad internacional ha instado a la moderación. Las Naciones Unidas pidieron a ambas naciones resolver sus diferencias de manera pacífica. Mientras tanto, la retórica belicista entre Nueva Delhi e Islamabad no cede, alimentando el temor a una escalada mayor entre estas dos potencias nucleares.
Los residentes de la Cachemira india reportaron haber escuchado el rugido de aviones y misiles durante la operación. En Pakistán, manifestaciones contra India surgieron en varias ciudades. La población civil, atrapada en medio del conflicto, enfrenta incertidumbre y miedo ante la posibilidad de más violencia.
Este nuevo capítulo en la rivalidad entre India y Pakistán pone en evidencia la fragilidad de la paz en la región. La falta de diálogo y las acusaciones mutuas podrían complicar aún más una situación ya de por sí volátil, con consecuencias impredecibles para el sur de Asia.

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