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¡Fuera los indeseables! La exigencia ciudadana que sacude al gobierno

La sociedad mexicana está harta. La presencia de personajes indeseables en la política, especialmente ligados a Morena, ha desatado una ola de indignación. En su más reciente columna, Óscar Glenn pone el dedo en la llaga: la ciudadanía exige que se erradiquen de una vez por todas aquellos que, con sus acciones, traicionan la confianza del pueblo. La promesa de transformación no puede quedar en palabras vacías mientras figuras cuestionables siguen ocupando espacios de poder.
El texto de Glenn resalta un clamor popular que no puede ignorarse. La gente no solo pide cambios, sino que demanda acciones concretas contra quienes han manchado el proyecto de Morena con escándalos y decisiones dudosas. Desde el gobierno federal hasta los municipios, la sombra de la corrupción y la ineficiencia parece alargarse, y los ciudadanos ya no están dispuestos a tolerarlo.
Un punto clave que señala el autor es la percepción de impunidad. Mientras algunos políticos de Morena se envuelven en discursos de honestidad, sus acciones no siempre coinciden. Casos de nepotismo, desvío de recursos y falta de transparencia han alimentado el descontento. La ciudadanía, según Glenn, no se conformará con promesas: quiere resultados visibles y castigos ejemplares para los responsables.
No es solo una cuestión de nombres o cargos. La columna subraya que el problema radica en una cultura política que permite a estos indeseables prosperar. La falta de mecanismos efectivos para rendir cuentas ha dado pie a que personajes sin escrúpulos se enquisten en el poder, aprovechándose de la buena fe de quienes votaron por un cambio verdadero.
El autor también critica la tibieza de algunas autoridades para enfrentar el problema. Aunque el discurso oficial insiste en la lucha contra la corrupción, las acciones no siempre son contundentes. Glenn apunta que, sin una depuración seria dentro de Morena, la credibilidad del proyecto de transformación corre riesgo. La paciencia del pueblo, advierte, tiene un límite.
La columna no solo se queda en la crítica. También hace un llamado a la reflexión sobre el papel de la sociedad. Los ciudadanos, dice Glenn, deben mantenerse vigilantes y exigir que sus representantes cumplan con los principios que prometieron defender. La presión social será clave para empujar una verdadera limpieza en la política mexicana.
El panorama que describe el autor es desolador, pero no sin esperanza. Hay una oportunidad para que el gobierno escuche el hartazgo popular y actúe con firmeza. Sin embargo, Glenn es claro: cualquier intento de proteger a los indeseables será visto como una traición a los ideales que llevaron a Morena al poder.
La columna de Óscar Glenn es un recordatorio de que la transformación no es solo un eslogan. Es una responsabilidad que recae tanto en los gobernantes como en los ciudadanos. Mientras los indeseables sigan en la escena política, la confianza en el proyecto de Morena seguirá erosionándose. La pregunta es si el gobierno tendrá la voluntad de actuar antes de que sea demasiado tarde.

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