Un reciente informe ha destapado una realidad desgarradora: los niños migrantes que cruzan México sufren graves violaciones a sus derechos humanos. La investigación, realizada por Plan International y Save the Children, revela que el número de menores en movilidad ha crecido más de un 500 por ciento en los últimos seis años. Este aumento expone a miles de niñas, niños y adolescentes a peligros extremos en su camino hacia Estados Unidos.
La situación de los menores no acompañados es especialmente crítica. Según Ángeles Camacho, coordinadora de Save the Children en México, estos niños enfrentan una “vulnerabilidad total”. Sin la protección de un adulto, quedan expuestos a riesgos como el reclutamiento forzado por grupos criminales, redes de trata de personas y explotación laboral o sexual. La falta de acceso a servicios básicos agrava aún más su situación.
El informe, basado en 155 entrevistas en ciudades fronterizas como Ciudad Juárez, Reynosa y Tijuana, detalla cómo muchos menores comienzan su viaje acompañados por familiares, pero terminan solos. En Ciudad Juárez, por ejemplo, el 63 por ciento de los niños entrevistados salió de su país con un familiar, pero solo un tercio llegó a México acompañado. Esta separación los deja a merced de la violencia y el crimen organizado.
A pesar de que los flujos migratorios visibles han disminuido, la movilidad infantil no se detiene. Camacho advierte que las rutas se han vuelto más invisibles, lo que incrementa los riesgos. Los menores enfrentan no solo peligros físicos, sino también afecciones emocionales que pasan desapercibidas y no reciben atención. Esta crisis silenciosa pone en evidencia la falta de protección para esta población vulnerable.
El contexto regional agrava el problema. Según datos de Unicef, una de cada cuatro personas migrantes en América Latina y el Caribe es menor de edad. El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos ha complicado aún más la situación, dejando a miles de niños atrapados en México, donde enfrentan detenciones prolongadas y la negación de derechos básicos como la salud y la educación.
La investigación destaca que los menores migrantes son víctimas de un sistema que no les ofrece seguridad ni oportunidades. Las organizaciones detrás del informe señalan que las políticas actuales no abordan las necesidades de estos niños, lo que perpetúa un ciclo de violencia y desamparo. La falta de acción efectiva deja a esta población en un estado de abandono alarmante.
En ciudades como Tijuana y Reynosa, los testimonios de los menores reflejan una lucha diaria por sobrevivir. La explotación laboral, los abusos y el miedo constante son parte de su realidad. Sin acceso a refugios seguros o programas de apoyo, estos niños enfrentan un futuro incierto, atrapados en un limbo migratorio que los despoja de su infancia.
La crisis de las infancias migrantes en México es un llamado urgente a revisar las políticas migratorias y de protección. Mientras las autoridades no actúen para garantizar los derechos de estos menores, miles de niñas, niños y adolescentes seguirán enfrentando un camino lleno de peligros, sin la esperanza de un futuro mejor.