Imagen generada por IA con fines informativos o representativos. Digital Plural se deslinda de cualquier uso o interpretación.

Alarma global: las estafas asiáticas se extienden como un virus por el mundo

Un informe reciente de la ONU ha encendido las alarmas al revelar que las redes de crimen organizado del este y sudeste de Asia están expandiendo sus operaciones de estafas a nivel mundial. Estas mafias, que operan desde países como Camboya, Laos, Myanmar y Filipinas, han encontrado formas de evadir a las autoridades y llevar sus fraudes a continentes como África y América Latina.
Los centros de estafas, que generan miles de millones de dólares al año, se especializan en engaños que van desde romances falsos hasta inversiones fraudulentas y apuestas ilegales. Según la ONU, estas operaciones han evolucionado hasta convertirse en una industria sofisticada que aprovecha la tecnología para maximizar sus ganancias y eludir a la policía.
En África, Nigeria se ha convertido en un foco importante de estas actividades. Redadas policiales entre finales de 2024 y principios de 2025 resultaron en numerosos arrestos, incluyendo a personas de Asia sospechosas de fraudes con criptomonedas y estafas románticas. Países como Zambia y Angola también han desmantelado operaciones similares vinculadas a estas redes asiáticas.
En América Latina, Brasil enfrenta un aumento de fraudes cibernéticos, juegos de azar en línea y lavado de dinero, con conexiones directas a grupos criminales del sudeste asiático. En Perú, a finales de 2023, más de 40 malasios fueron rescatados tras ser víctimas de trata por una banda taiwanesa que los obligaba a cometer fraudes en línea.
La ONU destaca que estas redes no solo se mueven geográficamente, sino que también diversifican sus métodos. Utilizan inteligencia artificial, tecnologías deepfake y mercados en línea para facilitar sus operaciones y blanquear dinero. Esto ha dado lugar a lo que los expertos llaman “delincuencia como servicio”, un modelo que permite a los criminales operar a gran escala.
El informe señala que muchas de las víctimas de estas redes son personas traficadas y forzadas a trabajar en los centros de estafas. En Myanmar, por ejemplo, ciudadanos de China, Vietnam y Etiopía han sido rescatados de estos sitios, donde eran obligados a participar en actividades delictivas bajo amenazas y condiciones inhumanas.
La magnitud de este problema es alarmante. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que estos centros generan cerca de 40 mil millones de dólares anuales. A medida que las autoridades intensifican sus operativos en el sudeste asiático, los criminales buscan nuevos lugares para operar, explotando regiones con gobiernos débiles o altos niveles de corrupción.
El fenómeno no solo representa una amenaza económica, sino también humanitaria. La trata de personas, el lavado de dinero y el uso de tecnologías avanzadas están creando un panorama delictivo cada vez más difícil de combatir. La ONU urge a los países a colaborar para frenar esta expansión, pero el desafío parece crecer cada día.
La situación en el sudeste asiático sigue siendo crítica. A pesar de los esfuerzos de países como China, Tailandia y Myanmar por desmantelar estas redes, los grupos criminales se adaptan rápidamente, trasladando sus operaciones a zonas remotas o a países con menos recursos para enfrentarlos.
Este informe pone en evidencia la necesidad de una respuesta global coordinada. Mientras las estafas asiáticas continúan extendiéndose, el impacto en las víctimas, tanto de los fraudes como de la trata, sigue creciendo, dejando un rastro de devastación en todo el mundo.

Compartir:

Noticias Relacionadas