El Vaticano ha iniciado una operación sin precedentes para garantizar la seguridad y confidencialidad del cónclave que elegirá al próximo papa. Tras la muerte del papa Francisco el 21 de abril, 133 cardenales se reunirán el 7 de mayo en la Capilla Sixtina, un evento que ha movilizado a decenas de profesionales para preparar el escenario.
La Capilla Sixtina, famosa por los frescos de Miguel Ángel, será el epicentro del cónclave. Para evitar cualquier filtración, las autoridades han instalado bloqueadores de señal que anulan conexiones WiFi, Bluetooth y redes móviles. Además, se han colocado láminas anti-drones y anti-láser en los ventanales para impedir la captura de imágenes o sonidos desde el exterior.
Dos residencias, la Casa Santa Marta y el Colegio Etíope, alojarán a los cardenales durante el cónclave. Ambas han sido adaptadas con tabiques y puertas provisionales para garantizar el aislamiento total de los participantes. Las ventanas del Palacio Apostólico, cercano a la Sixtina, serán cubiertas para reforzar la privacidad.
La seguridad también incluye medidas físicas. El día antes del cónclave, se colocarán casi 80 cierres de plomo en los accesos al perímetro de la ceremonia. Este blindaje busca cumplir con la legislación pontificia, que prohíbe cualquier contacto de los cardenales con el exterior durante las deliberaciones.
En el aspecto tecnológico, el Vaticano ha recurrido a aliados internacionales. Empresas como Cip del Reino Unido y Radure de Israel, junto con la Agencia Nacional de Ciberseguridad de Italia, han proporcionado sistemas de cifrado y monitoreo 24/7. Estas medidas responden a intentos previos de ciberataques contra el Vaticano en 2022 y 2024.
Dentro de la Sixtina, los cardenales entregarán todos sus dispositivos electrónicos, desde celulares hasta relojes inteligentes. Técnicos especializados han revisado el recinto en busca de micrófonos ocultos, asegurando un entorno hermético. La comunicación estará limitada a interacciones verbales y presenciales.
El cónclave comenzará con una misa solemne y la procesión de los cardenales, quienes jurarán secreto antes de iniciar las votaciones. La tradicional chimenea ya está instalada en el tejado de la Sixtina, lista para emitir humo negro si no hay acuerdo o blanco cuando se elija al nuevo papa.
Doce técnicos, incluyendo electricistas y fontaneros, permanecerán disponibles para mantener los sistemas eléctricos e hidráulicos. Todos han prestado un juramento de discreción, bajo amenaza de excomunión, para preservar el secreto del proceso.
La elección del sucesor de Francisco, un papa que marcó la Iglesia con su sencillez y reformas, no solo definirá el rumbo de los 1,400 millones de católicos, sino que también será un reflejo de la capacidad del Vaticano para adaptarse a los desafíos tecnológicos modernos.
Este cónclave, con 53 cardenales europeos, 37 americanos, 23 asiáticos, 18 africanos y 4 oceánicos, promete ser uno de los más diversos de la historia, en un momento clave para la Iglesia católica.

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El Vaticano refuerza la Capilla Sixtina y residencias para un cónclave blindado
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