El gobierno de Estados Unidos ha dado un paso más en su estrategia para controlar la frontera con México al anunciar la creación de una segunda zona militar restringida. Esta medida, impulsada por la administración de Donald Trump, busca frenar lo que las autoridades estadounidenses califican como “actividad ilegal”, con un enfoque claro en la migración irregular.
La nueva zona, que se extenderá a lo largo de más de 100 kilómetros, será controlada por el Pentágono y formará parte de la base militar de Fort Bliss, cerca de El Paso, Texas. Según el Comando Norte de Estados Unidos, el objetivo es fortalecer la vigilancia en una región que ha sido punto clave para el cruce de migrantes y solicitantes de asilo.
Esta decisión se suma a las acciones recientes de Trump, quien en abril autorizó al Ejército estadounidense a tomar control de terrenos federales en la frontera sur. Entre estos terrenos se encuentra la llamada Reserva Roosevelt, una franja de tierra que ahora estará bajo supervisión militar, lo que permitirá a las tropas detener a cualquier persona que ingrese sin autorización.
La militarización de la frontera ha generado controversia. Organizaciones como la Unión Americana de Libertades Civiles han advertido que esta medida podría erosionar principios constitucionales, al involucrar al Ejército en tareas que tradicionalmente corresponden a autoridades civiles. Además, han expresado preocupación por el impacto en comunidades locales cercanas a la frontera.
Por su parte, el gobierno mexicano ha reaccionado con cautela. La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó el envío de una nota diplomática a Estados Unidos para aclarar los alcances de esta nueva zona militar, subrayando la importancia de mantener la cooperación bilateral en materia de seguridad.
La presencia militar en la frontera no es nueva. En los últimos meses, cientos de soldados han sido desplegados en la región, y el uso de vehículos tácticos y tecnología de vigilancia, como satélites, se ha intensificado. Estas medidas buscan no solo frenar la migración, sino también el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo.
Sin embargo, críticos señalan que la militarización no aborda las causas profundas de la migración, como la pobreza y la violencia en los países de origen. Mientras tanto, la administración Trump insiste en que estas acciones son necesarias para proteger la seguridad nacional y reducir los costos asociados con la migración irregular.
La creación de esta segunda zona militar restringida marca un endurecimiento en la política migratoria de Estados Unidos, en un contexto de tensiones comerciales y diplomáticas con México. El futuro de la relación bilateral dependerá de cómo ambos países manejen este nuevo capítulo en la gestión de su frontera compartida.

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Estados Unidos refuerza su frontera con México: Nueva zona militar restringida para frenar la migración
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