La Ciudad de México enfrenta una nueva ola de inseguridad que tiene a los usuarios del transporte público en alerta. En las últimas semanas, se han reportado decenas de casos de “pinchazos” con jeringas en el Metro y Metrobús, generando pánico entre los capitalinos. Hasta el momento, la Fiscalía General de Justicia de la CDMX ha registrado 41 denuncias, pero las autoridades parecen incapaces de frenar esta preocupante tendencia.
Los ataques, que afectan principalmente a mujeres y jóvenes, han encendido las alarmas. De los casos denunciados, solo 15 presentan lesiones confirmadas y apenas cuatro han detectado sustancias estupefacientes en el organismo de las víctimas. Sin embargo, la incertidumbre persiste: ¿qué contienen estas jeringas y cuál es el verdadero propósito de estos ataques? La falta de respuestas claras alimenta el temor en la población.
El gobierno de Clara Brugada, en un intento por calmar los ánimos, ha implementado un protocolo de atención inmediata. Según el secretario de Seguridad Ciudadana, Pablo Vázquez, la Policía de Proximidad actúa como primer respondiente, canalizando a las víctimas a atención médica y realizando pruebas toxicológicas. Pero estas medidas, lejos de tranquilizar, parecen insuficientes ante la magnitud del problema.
Para reforzar la seguridad, se han desplegado más de 5,800 policías en la red del Metro, junto con vigilantes, binomios caninos y hasta agentes encubiertos que viajan como pasajeros. Sin embargo, los usuarios cuestionan la efectividad de estas acciones, pues los casos de pinchazos no disminuyen. La sensación de vulnerabilidad se agrava en un sistema de transporte ya de por sí saturado y descuidado.
La jefa de gobierno insiste en que no hay evidencia de secuestros o agresiones sexuales ligados a estos incidentes, y que en la mayoría de los casos no se han encontrado sustancias nocivas. Sin embargo, estas declaraciones no logran disipar las dudas. La detección de estupefacientes en al menos dos casos y un robo relacionado con un pinchazo sugieren que el crimen organizado podría estar detrás de estas agresiones.
Organizaciones civiles y usuarios en redes sociales han denunciado la falta de acción contundente. Colectivos como “No es una. Somos todas” advierten que los atacantes podrían estar aprovechando el caos del transporte público para desorientar a sus víctimas, ofreciéndoles ayuda para luego cometer otros delitos. La desconfianza hacia las autoridades crece día con día.
El protocolo de atención incluye traslados a hospitales toxicológicos, entrevistas a las víctimas y revisión de cámaras de seguridad. Pero la ausencia de detenidos relacionados directamente con los pinchazos genera escepticismo. Un hombre arrestado en la estación Guelatao por portar jeringas no ha sido vinculado oficialmente con los casos, lo que refuerza la percepción de impunidad.
La crisis de los pinchazos no es un hecho aislado. Refleja un sistema de transporte público donde la inseguridad se ha normalizado, desde robos hasta acoso. Mientras el gobierno de Morena promete soluciones, los capitalinos enfrentan el miedo cotidiano de ser las próximas víctimas. La pregunta que todos se hacen es: ¿hasta cuándo podrán viajar sin temor en el Metro y Metrobús?

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CDMX bajo alerta: pinchazos en el transporte público desatan crisis de inseguridad
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