El gobierno federal, encabezado por Claudia Sheinbaum, ha vuelto a poner sobre la mesa el ambicioso proyecto del tren México-Querétaro, una obra que lleva años en promesas y que ahora aseguran comenzará a construirse en abril de 2025. Sin embargo, las fechas y los plazos han generado escepticismo, pues no es la primera vez que este tren aparece en el discurso oficial sin resultados concretos.
Según lo anunciado, la construcción de este tren de pasajeros, que conectará la Ciudad de México con Querétaro, tendrá una duración de entre dos años y medio a tres años. Esto significa que, en el mejor de los casos, las primeras corridas podrían iniciar en 2027, aunque las pruebas y la operación total no estarían listas hasta el primer trimestre de 2029. Un plazo que, para muchos, suena más a una estrategia política que a una realidad tangible.
El proyecto, que estará a cargo de los ingenieros militares de la Secretaría de la Defensa Nacional, promete reducir el tiempo de traslado entre ambas ciudades a solo una hora y 40 minutos, frente a las tres o cuatro horas que toma actualmente por autopista. Con una velocidad máxima de 160 kilómetros por hora y capacidad para 450 pasajeros por tren, se plantea como una alternativa económica y eficiente. Pero, ¿será suficiente para cumplir las expectativas?
La inversión estimada para esta obra asciende a 75 mil millones de pesos, una cifra que ha levantado cejas entre los críticos, quienes cuestionan si los recursos serán bien utilizados o si, como en otros proyectos del gobierno, habrá opacidad en su manejo. La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes coordina el proyecto, mientras que la Secretaría de Medio Ambiente revisará los impactos ambientales, un aspecto que ya ha generado controversia en obras anteriores.
El tren tendrá tres estaciones principales: Buenavista en la Ciudad de México, San Juan del Río y Querétaro, con posibles paraderos intermedios en poblaciones como Tula de Allende, Cuautitlán Izcalli y Polotitlán. Se espera que beneficie a cerca de 5.6 millones de personas en 22 municipios, además de generar 490 mil empleos directos e indirectos. Sin embargo, estas cifras optimistas contrastan con la historia de proyectos similares que no han cumplido lo prometido.
El gobierno asegura que el tren no solo mejorará la movilidad, sino que también impulsará el desarrollo económico al facilitar el acceso a mercados y fomentar el turismo. Además, promete una reducción del 40 por ciento en el tiempo de traslado y un impacto ambiental positivo al disminuir las emisiones de carbono. Pero estas declaraciones suenan familiares, ya que promesas similares se han hecho en el pasado sin materializarse.
La construcción incluye 77 puentes, 12 túneles, tres viaductos y dos libramientos, lo que refleja la complejidad de la obra. A pesar de esto, el antecedente de proyectos como el Tren Maya, con retrasos y sobrecostos, hace que muchos se pregunten si este nuevo tren será una realidad o solo un espejismo más del gobierno de Morena.
Mientras tanto, la ciudadanía espera resultados concretos y no solo discursos. El tren México-Querétaro lleva décadas en la mesa de planeación, desde los gobiernos de Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, y hasta ahora no ha pasado de ser una idea. ¿Logrará este gobierno romper con esa maldición o será otro capítulo de promesas incumplidas?

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¡Otro proyecto que promete y no cumple? El tren México-Querétaro, una obra más del gobierno que genera dudas
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