En Culiacán, Sinaloa, el Día del Niño se tiñó de tristeza. Decenas de menores, acompañados por activistas del colectivo Sabuesos Guerreras, marcharon hacia la Fiscalía General del Estado para exigir la aparición de sus padres y familiares desaparecidos. La protesta, cargada de dolor, visibilizó una crisis que no cesa en la entidad.
El colectivo Sabuesos Guerreras organizó la marcha para que los niños, muchos de ellos huérfanos por la violencia, pudieran alzar la voz. Algunos menores llevaron pancartas con mensajes desgarradores: “Quiero a mi papá de vuelta” o “¿Dónde está mi mamá?”. La caminata, que partió desde el Parque Las Riberas, buscó presionar a las autoridades para que actúen frente a la ola de desapariciones.
La inseguridad en Sinaloa sigue cobrando un precio alto. Según datos recientes, desde septiembre de 2024 hasta febrero de 2025, al menos 85 menores han sido reportados como desaparecidos en el estado. Mazatlán y Culiacán concentran la mayoría de los casos, con colonias como Benito Juárez y fraccionamientos como Pradera Dorada y Santa Fe Los Ángeles señaladas como zonas de alto riesgo.
La marcha no solo fue un acto de visibilización, sino un grito de auxilio. Los niños, algunos disfrazados de personajes animados para atraer atención, caminaron junto a activistas que portaban fotografías de sus seres queridos. El contraste entre los disfraces coloridos y el motivo de la protesta resaltó la gravedad de la situación.
Las autoridades estatales, encabezadas por el gobierno de Rubén Rocha Moya, han sido criticadas por su aparente inacción. A pesar de programas como Alerta Ámber y Protocolo Alba, las desapariciones no disminuyen. Familiares de las víctimas aseguran que las respuestas de la Fiscalía son insuficientes y que las investigaciones rara vez avanzan.
El colectivo Sabuesos Guerreras, liderado por figuras como María Isabel Cruz, ha denunciado que muchos de los desaparecidos son víctimas de reclutamiento forzado por grupos criminales. Los adolescentes, en particular, están en la mira de estas organizaciones, lo que agrava la crisis en comunidades ya golpeadas por la violencia.
La marcha también puso en evidencia el impacto emocional en los menores. Madres y abuelas buscadoras, como Rufina Vázquez, compartieron testimonios sobre cómo los niños enfrentan la Navidad y otras fechas especiales sin sus padres. La ausencia de respuestas concretas de las autoridades profundiza su sufrimiento.
Mientras los niños de Sinaloa piden como regalo la vuelta de sus seres queridos, la sociedad exige soluciones. La marcha del Día del Niño no solo fue una protesta, sino un recordatorio de que la inseguridad sigue robando infancias y dejando familias rotas en el estado.
La falta de avances en las investigaciones mantiene a las familias en un limbo. Los colectivos de búsqueda, a pesar de sus esfuerzos, enfrentan recursos limitados y un sistema que parece desbordado por la magnitud del problema. La esperanza, sin embargo, sigue impulsando estas acciones.
Sinaloa vive una emergencia que no puede ignorarse. La voz de los niños, unida a la lucha de los colectivos, resuena como un llamado urgente a las autoridades para que actúen y devuelvan la paz a las familias que hoy solo piden volver a abrazar a los suyos.

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Menores en Sinaloa claman por sus padres desaparecidos en el Día del Niño
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