La economía estadounidense ha encendido las alarmas al registrar una contracción en el primer trimestre de 2025, según los datos preliminares de la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio. El Producto Interno Bruto (PIB) cayó a una tasa anualizada del 1.5 por ciento, un giro drástico frente al crecimiento del 2.3 por ciento reportado en el último trimestre de 2024.
Este retroceso marca el primer declive trimestral desde 2022, cuando la economía aún lidiaba con los coletazos de la pandemia. Los analistas esperaban un crecimiento modesto, pero los indicadores recientes, como la caída en el consumo y el aumento del déficit comercial, han pintado un panorama sombrío.
El consumo, que representa cerca del 70 por ciento de la economía estadounidense, mostró una desaceleración notable. Los hogares, afectados por la inflación persistente y la incertidumbre económica, redujeron su gasto en bienes duraderos y servicios, lo que impactó directamente en el desempeño del PIB.
Por otro lado, el sector exterior también jugó un papel clave en esta contracción. Las importaciones crecieron más rápido que las exportaciones, lo que amplió el déficit comercial y restó impulso al crecimiento económico. Este desbalance refleja las tensiones comerciales globales y los retos que enfrenta Estados Unidos en un entorno internacional volátil.
La Reserva Federal de Atlanta, que monitorea los indicadores en tiempo real, ya había advertido sobre un debilitamiento económico a través de su modelo GDPNow. Sus estimaciones, que apuntaban a una contracción, se alinearon con los resultados oficiales, generando preocupación entre inversionistas y policymakers.
La inflación, aunque ha cedido desde los picos de 2022, sigue siendo un dolor de cabeza. Con una tasa anual del 3 por ciento en el primer trimestre, la Reserva Federal enfrenta un dilema: mantener los tipos de interés altos para controlarla o bajarlos para estimular el crecimiento, con el riesgo de avivar aún más los precios.
El mercado laboral, hasta ahora un pilar de fortaleza, comienza a mostrar señales de enfriamiento. La tasa de desempleo subió ligeramente al 4 por ciento, y las contrataciones en sectores como la construcción y la manufactura han perdido dinamismo, lo que podría agravar la situación en los próximos meses.
Este tropiezo económico llega en un momento políticamente delicado, con las elecciones de medio término en el horizonte. Las críticas a las políticas económicas del gobierno de Joe Biden no se han hecho esperar, mientras que los republicanos aprovechan para señalar una supuesta mala gestión.
A nivel global, la contracción del PIB estadounidense podría tener un efecto dominó. Países como México, que dependen en gran medida de las exportaciones a Estados Unidos, ya están revisando a la baja sus propias proyecciones de crecimiento para 2025.
A pesar del panorama, algunos expertos mantienen un optimismo cauteloso. Argumentan que esta contracción podría ser temporal, impulsada por factores coyunturales, y que la economía estadounidense aún tiene fundamentos sólidos para recuperarse en los próximos trimestres.

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La economía de Estados Unidos se tambalea: el PIB se contrae en el primer trimestre de 2025
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