En la Ciudad de México, la inseguridad en el transporte público ha alcanzado niveles alarmantes. Al menos 22 casos de pinchazos en el Metro y Metrobús han sido reportados en las últimas semanas, según información reciente. Usuarios denuncian haber sentido piquetes en el cuerpo, seguidos de síntomas como mareos, somnolencia y debilidad, lo que ha generado temor entre los capitalinos.
Las autoridades de la Ciudad de México, encabezadas por la jefa de Gobierno Clara Brugada, han confirmado que se investigan estos casos. Sin embargo, hasta el momento, solo dos personas han dado positivo a estupefacientes en pruebas toxicológicas. La Secretaría de Seguridad Ciudadana asegura que no hay evidencia de intentos de secuestro, pero la falta de claridad en los avances de las investigaciones mantiene a los ciudadanos en incertidumbre.
Los reportes indican que las víctimas, en su mayoría mujeres, han sido atacadas en estaciones concurridas como Allende, Hidalgo e Indios Verdes. Algunas han descrito un modus operandi: tras el pinchazo, personas desconocidas se acercan, aparentemente para “ayudar”, lo que ha levantado sospechas sobre posibles robos o agresiones. Organizaciones como No es una, somos todas han alertado sobre este patrón, cuestionando la efectividad de las medidas de seguridad.
La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México ha abierto carpetas de investigación, pero los resultados son insuficientes. De los 22 casos registrados, solo se han concluido 15 análisis toxicológicos, y la información sobre las sustancias detectadas no ha sido detallada. Mientras tanto, los usuarios del transporte público exigen respuestas y acciones concretas para garantizar su seguridad.
El Sistema de Transporte Colectivo Metro ha activado un protocolo de atención que incluye revisiones médicas y traslados a hospitales para las víctimas. También se recomienda a los pasajeros jalar la palanca de emergencia en caso de sentir un pinchazo o notar algo sospechoso. Sin embargo, estas medidas parecen insuficientes ante la frecuencia de los incidentes.
La jefa de Gobierno ha anunciado un aumento en el número de cámaras de videovigilancia en el Metro, pero este plan aún está en proceso. La ciudadanía se pregunta por qué no se han implementado estrategias más inmediatas para frenar estas agresiones. La falta de personal de seguridad en estaciones y vagones es una queja recurrente entre los usuarios.
Organizaciones civiles han señalado que las autoridades minimizan la gravedad de los hechos. La red No es una, somos todas ha insistido en que los pinchazos podrían estar relacionados con intentos de sedación para facilitar delitos. La ausencia de detenciones relevantes y la lentitud en las investigaciones solo agravan la desconfianza hacia las instituciones.
Los testimonios de las víctimas son desgarradores. Una joven relató haber sentido un piquete en la espalda en la Línea 12, seguido de mareos intensos que la obligaron a pedir ayuda. Otro usuario describió cómo, tras un pinchazo en la Línea 3, perdió el conocimiento y despertó en un hospital sin recuerdos claros. Estos casos reflejan el miedo que se vive a diario en el transporte público.
La situación ha generado un debate sobre la seguridad en la Ciudad de México. Mientras las autoridades prometen reforzar la vigilancia, los ciudadanos exigen resultados tangibles. La incertidumbre y el temor persisten, especialmente para quienes dependen del Metro y Metrobús para trasladarse.
La pregunta que resuena entre los capitalinos es clara: ¿hasta cuándo se permitirá que la inseguridad domine el transporte público? La respuesta, por ahora, sigue en el aire, mientras los casos de pinchazos continúan en aumento y las soluciones efectivas parecen lejanas.

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Aumentan los pinchazos en Metro y Metrobús de CDMX: ¿hasta cuándo la inseguridad en el transporte?
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