La activista mixe Sandra Domínguez y su esposo Alexander Hernández fueron encontrados sin vida en Tatahulcapa, Veracruz, tras permanecer desaparecidos desde el 4 de octubre de 2024. La noticia, confirmada por la Fiscalía General de Oaxaca, sacude a la comunidad que exigía su localización con vida durante casi siete meses.
Sandra Domínguez, abogada y defensora de los derechos indígenas, se destacó por denunciar la violencia de género en Oaxaca. En 2021, señaló al funcionario estatal Donato Vargas por participar en chats de WhatsApp que compartían imágenes íntimas de mujeres mixes sin su consentimiento. Su valentía la convirtió en una figura clave en la lucha contra el acoso.
El caso de su desaparición generó protestas y críticas al gobierno de Oaxaca, encabezado por Salomón Jara. Organizaciones como Amnistía Internacional y la ONU exigieron acciones urgentes para encontrar a la pareja, señalando omisiones en las investigaciones iniciales.
La Fiscalía de Oaxaca, en coordinación con autoridades federales y de Veracruz, realizó operativos que culminaron con el hallazgo de los cuerpos. Durante estas acciones, un enfrentamiento en enero de 2025 dejó un policía federal y tres presuntos implicados muertos, evidenciando la peligrosidad del caso.
Las autoridades han señalado que Alexander Hernández, esposo de Sandra, tenía presuntos vínculos con la delincuencia organizada. Esta línea de investigación ha sido controvertida, pues desvía la atención de las denuncias de Sandra contra funcionarios del gobierno estatal.
Familiares y colectivos feministas han denunciado un trato inhumano por parte del gobierno oaxaqueño, incluyendo hostigamiento y falta de respuestas claras. A pesar de las promesas de transparencia, el caso dejó en evidencia las fallas en la protección a defensores de derechos humanos.
Sandra Domínguez se suma a la lista de activistas desaparecidas en Oaxaca, como Irma Galindo y Claudia Uruchurtu, en un contexto donde México registra más de 115,500 personas no localizadas. Su muerte es un recordatorio de los riesgos que enfrentan quienes alzan la voz contra la injusticia.
La investigación sigue abierta, pero la pérdida de Sandra y Alexander deja un vacío en la lucha por los derechos indígenas y de género. Su caso continúa siendo un llamado a la justicia en un país donde la violencia y la impunidad persisten.