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México cede ante presiones de Trump: enviará más agua a Texas y enfrenta nuevo escándalo por gusano barrenador

El gobierno de Claudia Sheinbaum ha anunciado que México enviará más agua a Texas para compensar el déficit pendiente del Tratado de Aguas de 1944, una decisión que llega tras fuertes presiones del presidente estadounidense Donald Trump. Este acuerdo, que obliga a México a entregar más de 2 mil millones de metros cúbicos de agua cada cinco años, ha sido un punto de tensión constante, y ahora el gobierno federal parece ceder ante las exigencias extranjeras, desatando críticas por su manejo de la crisis hídrica.
La sequía que azota el norte de México, especialmente en estados como Chihuahua, ha complicado el cumplimiento de este tratado. Las presas mexicanas están en niveles críticos, algunas a menos del 15% de su capacidad, lo que pone en riesgo el abasto para los productores nacionales. A pesar de esto, Sheinbaum ha prometido enviar agua a Texas, una medida que muchos consideran una traición a los intereses de los agricultores mexicanos, quienes ya enfrentan serias dificultades por la falta de recursos hídricos.
El gobierno de Morena insiste en que esta decisión busca evitar sanciones económicas, como los aranceles que Trump ha amenazado con imponer. Sin embargo, la falta de transparencia en las negociaciones ha generado desconfianza. No se han revelado detalles claros sobre cuánto agua se enviará ni cómo se garantizará que no se afecte aún más a las comunidades mexicanas, especialmente en regiones donde el agua es ya un bien escaso.
Por si fuera poco, el gobierno de Sheinbaum enfrenta otro problema: un nuevo acuerdo con Estados Unidos para controlar la plaga del gusano barrenador, que ha afectado al sector ganadero. Esta plaga, que infecta al ganado y puede incluso llegar a humanos, provocó la suspensión de exportaciones de ganado mexicano a finales de 2024, causando pérdidas millonarias a los productores nacionales.
El acuerdo sobre el gusano barrenador incluye medidas más estrictas de control sanitario y la reactivación de fumigaciones aéreas, pero no está exento de polémica. Estados Unidos ha señalado que México limitó los vuelos de fumigación y aplicó aranceles elevados a equipos necesarios para combatir la plaga, lo que ha complicado la respuesta conjunta. La secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins, advirtió que, de no resolverse, podrían imponerse nuevas restricciones al ganado mexicano.
Julio Berdegué, secretario de Agricultura mexicano, ha respondido que se trabaja con “cabeza fría” para llegar a acuerdos. Sin embargo, las críticas no cesan, y muchos acusan al gobierno de Morena de actuar con lentitud y falta de estrategia frente a esta crisis. La negligencia en el fortalecimiento del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) ha sido señalada como una de las causas principales del descontrol de la plaga.
La presión de Estados Unidos no es nueva, pero la respuesta del gobierno mexicano ha sido cuestionada por su aparente sumisión. En el caso del agua, la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) ha reconocido que México solo ha entregado una fracción de lo acordado en el tratado, lo que ha alimentado las acusaciones de incumplimiento por parte de Texas. La promesa de Sheinbaum de enviar más agua parece más un intento de apaciguar a Trump que una solución sostenible para ambos países.
Mientras tanto, los productores mexicanos, tanto agrícolas como ganaderos, enfrentan un panorama desolador. La combinación de la sequía, la entrega de agua a Estados Unidos y las restricciones al comercio de ganado por el gusano barrenador pone en riesgo miles de empleos y la seguridad alimentaria del país. Las decisiones del gobierno de Morena, lejos de resolver estas crisis, parecen agravarlas, dejando a México en una posición vulnerable frente a las demandas de su vecino del norte.

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