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Menor muere en academia militarizada: madre denuncia brutalidad y exige justicia

Erick, un niño de 13 años, perdió la vida en un campamento de la Academia Militarizada Ollin Cuauhtémoc en Cuautla, Morelos. Su madre, destrozada, acusa a los instructores de someterlo a agresiones físicas y tortura psicológica. Según su testimonio, el menor fue pateado y arrastrado por el suelo durante 10 minutos, sin recibir ayuda pese a sus súplicas.
La tragedia ocurrió durante un supuesto curso de supervivencia organizado por la academia. Familiares y testigos señalan que un sargento y una capitana, responsables del campamento, ejercieron castigos extremos contra los menores. Erick, quien soñaba con ser militar, no resistió el trato inhumano y falleció en el lugar.
La madre del menor describe un ambiente de crueldad sistemática. Otros niños, compañeros de Erick, confirmaron que los instructores los humillaban y golpeaban como parte de las actividades. Los pequeños, atemorizados, no denunciaron antes por miedo a represalias.
La academia, que opera sin regulación clara, promociona sus campamentos como una forma de forjar disciplina en los jóvenes. Sin embargo, este caso expone la falta de supervisión y los métodos brutales que, según los familiares, son comunes en este tipo de instituciones.
Autoridades de Morelos investigan el caso, pero la indignación crece. La Fiscalía General del Estado ha recibido denuncias formales, aunque aún no hay detenidos. La madre de Erick exige que los responsables enfrenten todo el peso de la ley y que la academia sea clausurada para evitar más tragedias.
Organizaciones de derechos humanos han alzado la voz, señalando que este no es un caso aislado. En México, academias militarizadas han sido señaladas por abusos, pero la falta de controles permite que sigan operando. El caso de Erick reaviva el debate sobre la seguridad de los menores en estos entornos.
La comunidad de Cuautla se ha movilizado, organizando protestas para exigir justicia. Los vecinos, conmocionados, piden que se investigue a fondo no solo a los instructores, sino también a las autoridades que permitieron el funcionamiento de la academia sin supervisión adecuada.
El dolor de la familia de Erick ha tocado corazones en todo el país. Su madre, entre lágrimas, recuerda a su hijo como un niño lleno de sueños, cuya vida fue arrebatada por la violencia disfrazada de disciplina. La sociedad espera respuestas y un castigo ejemplar para los culpables.

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