El pasado 27 de abril, el Gobierno de México comenzó la entrega de las tarjetas de la Beca Universal Benito Juárez para estudiantes de nivel medio superior en la Universidad Nacional Autónoma de México. Este programa, impulsado por la administración de Claudia Sheinbaum, busca apoyar a jóvenes en situación de vulnerabilidad económica para que continúen sus estudios. Sin embargo, la implementación del programa no está exenta de cuestionamientos.
La Coordinación Nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez anunció que miles de estudiantes de la UNAM recibirán un apoyo económico de 1,900 pesos bimestrales. Este monto, que se entrega durante los 10 meses del ciclo escolar, pretende reducir la deserción escolar. En un contexto donde el abandono de estudios es un problema grave, el gobierno presume este programa como una solución clave.
La entrega de tarjetas se realiza a través del Banco del Bienestar, una institución creada por el actual gobierno para centralizar los apoyos sociales. Los estudiantes beneficiarios deben acudir a las sedes designadas con su documentación para recoger el plástico bancario. Según las autoridades, este proceso garantiza transparencia, pero algunos estudiantes han reportado demoras y trámites complicados.
El programa, gestionado por la Secretaría de Educación Pública, ha sido criticado por su enfoque político. Voces opositoras señalan que la entrega de becas en instituciones emblemáticas como la UNAM podría ser una maniobra para ganar simpatías entre la comunidad estudiantil. La presencia de funcionarios de Morena en los eventos de entrega refuerza estas sospechas.
Por otro lado, el aumento de 60 pesos en el monto de la beca para 2025, pasando de 1,840 a 1,900 pesos bimestrales, ha generado opiniones divididas. Mientras el gobierno celebra este ajuste como un logro, algunos estudiantes consideran que es insuficiente frente al alza en los costos de vida. La inflación sigue afectando el poder adquisitivo de los jóvenes.
La UNAM, como una de las principales universidades del país, es un escenario estratégico para la entrega de estas becas. Los eventos de distribución han contado con la participación de autoridades educativas y representantes del gobierno federal. Sin embargo, la logística ha sido cuestionada, ya que algunos estudiantes reportan largas filas y falta de claridad en los requisitos.
Otro punto de controversia es la priorización de ciertas escuelas públicas en el programa. Las instituciones clasificadas como “prioritarias” tienen preferencia, lo que deja fuera a algunos estudiantes de otras escuelas. Esta selección, según críticos, podría estar influenciada por criterios políticos más que por necesidades reales.
A pesar de las críticas, el programa beneficia a millones de estudiantes en todo el país. En la UNAM, se espera que miles de jóvenes puedan aliviar la carga económica de sus estudios. No obstante, la efectividad del programa dependerá de una distribución eficiente y de la capacidad del gobierno para responder a las demandas de transparencia.
La Beca Benito Juárez sigue siendo un tema polarizante. Para algunos, es un apoyo vital; para otros, una herramienta de propaganda. Lo cierto es que, en un país con altos índices de desigualdad, cualquier esfuerzo por apoyar la educación debe ser escrutado para garantizar que cumpla su propósito sin intereses ocultos.

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Becas Benito Juárez: ¿Apoyo real o estrategia política en la UNAM?
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