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Líderes mundiales y marginados despiden al Papa Francisco en un adiós histórico por las calles de Roma

El mundo entero se unió para despedir al Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, en una ceremonia solemne que marcó un hito en la historia de la Iglesia Católica. Este sábado, miles de personas abarrotaron las calles de Roma para rendir homenaje a Jorge Mario Bergoglio, quien falleció a los 88 años tras un pontificado que transformó la imagen del Vaticano. Su funeral, celebrado en la Plaza de San Pedro, reunió a líderes mundiales y a los más desfavorecidos, reflejando el legado de inclusión que Francisco defendió hasta el final.
El cortejo fúnebre comenzó a las 10 de la mañana, hora local, en una Plaza de San Pedro abarrotada. Más de 50 jefes de Estado, incluidos Donald Trump, Joe Biden, Emmanuel Macron y Javier Milei, asistieron a la misa solemne presidida por el cardenal Giovanni Battista Re. La presencia de figuras como los reyes de España, Felipe y Letizia, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subrayó la relevancia global del Papa Francisco, conocido por su cercanía con los pobres y su crítica a las desigualdades.
Tras la misa, el féretro de Francisco recorrió seis kilómetros por el corazón de Roma, desde el Vaticano hasta la Basílica de Santa María la Mayor, su lugar de descanso final. Por primera vez en décadas, un Papa no será enterrado en San Pedro, una decisión que refleja la humildad de Bergoglio. El trayecto, realizado en un papamóvil descubierto, permitió a miles de romanos y peregrinos despedirse del “Papa de la gente”, mientras aplaudían y lanzaban flores blancas, su flor favorita.
En la Basílica de Santa María la Mayor, un grupo de personas sin hogar, migrantes y necesitados aguardaba en las escalinatas con rosas blancas, un gesto que simbolizó el compromiso de Francisco con los marginados. Este detalle, planeado por el propio Papa, conmovió a los asistentes y recordó su mensaje de que los pobres tienen un lugar privilegiado en la Iglesia. La ceremonia, aunque solemne, evitó la pompa excesiva, fiel al deseo de Francisco de ser recordado como pastor, no como monarca.
El Papa Francisco, quien asumió el pontificado en 2013, rompió con tradiciones al elegir un estilo austero y acercarse a los más vulnerables. Su última aparición pública, el Domingo de Pascua, mostró su fragilidad, pero también su determinación de estar cerca de los fieles. A pesar de una neumonía bilateral que lo mantuvo 38 días en el hospital y un ictus que causó su muerte, Francisco dejó un legado de diálogo, inclusión y defensa de los derechos humanos.
La ceremonia también tuvo un fuerte componente juvenil, con la participación de adolescentes en el marco del Jubileo, un evento que Francisco había convocado para 2025. Aunque su muerte canceló la canonización de Carlo Acutis, los actos del Jubileo continuaron, atrayendo a miles de peregrinos a Roma. Las agencias de viajes reportaron un aumento en los vuelos a la capital italiana, reflejando el impacto global del fallecimiento del pontífice.
El funeral de Francisco no solo fue un adiós, sino también un reflejo de su visión de una Iglesia abierta al mundo. Líderes religiosos de otras confesiones, como judíos y musulmanes, estuvieron presentes, destacando su papel como puente entre culturas y religiones. Su mensaje de paz, reiterado en su última publicación en redes sociales—“La paz es posible”—, resonó en un mundo marcado por conflictos y divisiones.
Mientras Roma llora la pérdida de Francisco, el Vaticano ya prepara el cónclave para elegir a su sucesor, que se celebrará en la primera semana de mayo. Con 135 cardenales electores, la mayoría designados por Francisco, el próximo Papa heredará una Iglesia transformada por un argentino que, con zapatos gastados y una cruz de plata, llevó el Evangelio a las periferias del mundo.
La despedida de Francisco dejó imágenes imborrables: desde las lágrimas de los peregrinos hasta el silencio respetuoso de los líderes mundiales. Su ataúd, de madera y zinc, fue bendecido con incienso y agua bendita antes de ser enterrado bajo una sencilla losa de mármol con la inscripción “Franciscus”. Así, el Papa del fin del mundo cerró un capítulo extraordinario en la historia de la fe católica.
El impacto de Francisco perdurará en los corazones de millones. Su vida, marcada por la sencillez y la compasión, seguirá siendo un faro para quienes buscan un mundo más justo. En Roma, las campanas de las iglesias resonaron en su honor, mientras los fieles, desde los más humildes hasta los más poderosos, se unieron en un adiós que trasciende fronteras y une a la humanidad.

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