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¡El destructor de EU invade Veracruz! ¿Qué oculta el silencio del gobierno?

El viernes 25 de abril, el puerto de Veracruz se convirtió en el escenario de un hecho que ha generado revuelo: el destructor estadounidense USS Gravely, un buque de guerra cargado de misiles, atracó en el muelle cercano a la fortaleza de San Juan de Ulúa. La llegada de esta embarcación militar no fue un evento cualquiera, sino una acción que ha levantado sospechas y cuestionamientos entre la población.
El USS Gravely, perteneciente a la clase Arleigh Burke, es una máquina de combate equipada con misiles Tomahawk, sistemas de defensa antiaérea y tecnología antisubmarina. Según el Pentágono, su misión en el Golfo de México es reforzar la seguridad fronteriza de Estados Unidos, enfocándose en interceptar cargamentos de drogas y combatir la migración ilegal. Pero, ¿qué hace un buque de esta magnitud en territorio mexicano?
Lo más alarmante es el silencio del gobierno federal. Hasta ahora, ninguna autoridad mexicana, ni la Secretaría de Marina ni la Presidencia, ha emitido un comunicado oficial sobre la llegada del destructor. Este mutismo contrasta con la recepción que personal de la Marina mexicana dio a los marines estadounidenses, quienes descendieron del buque bajo resguardo oficial.
En marzo, la presidenta Claudia Sheinbaum intentó calmar las aguas al declarar que el USS Gravely operaba en aguas internacionales y que México había sido notificado previamente. Sin embargo, su explicación no convence a muchos, especialmente porque el buque ahora está físicamente en Veracruz, un puerto mexicano de gran importancia histórica y estratégica.
La presencia del USS Gravely no es un hecho aislado. Desde el 15 de marzo, este destructor ha patrullado el Golfo de México bajo órdenes del Comando Norte de Estados Unidos. Su despliegue responde a una orden ejecutiva del presidente Donald Trump, quien busca endurecer las medidas contra el narcotráfico y la migración en la frontera sur de su país. Pero, ¿por qué México permite esta maniobra sin informar a su pueblo?
El historial de intervenciones estadounidenses en Veracruz no ayuda a calmar las tensiones. En 1914, Estados Unidos ocupó el puerto durante siete meses, un episodio que dejó una marca imborrable en la memoria colectiva mexicana. La llegada del USS Gravely reaviva esos recuerdos y genera preguntas sobre la soberanía nacional.
El Pentágono ha sido claro: el USS Gravely trabajará en conjunto con la Guardia Costera de Estados Unidos para interceptar drogas y otros cargamentos ilícitos. Sin embargo, la falta de transparencia por parte del gobierno mexicano alimenta la desconfianza. ¿Qué acuerdos existen detrás de esta operación? ¿Por qué no se informa a la ciudadanía?
La ciudadanía veracruzana, testigo de la llegada del buque, no ha recibido explicaciones claras. Mientras el destructor permanece anclado, la incertidumbre crece. La opacidad del gobierno federal, encabezado por Morena, solo intensifica las críticas hacia una administración que parece más interesada en guardar silencio que en rendir cuentas.
Este episodio pone en evidencia la delicada relación entre México y Estados Unidos en temas de seguridad. Aunque el gobierno mexicano insiste en que no hay violación a la soberanía, la presencia de un buque de guerra extranjero en un puerto nacional es un hecho que no puede pasar desapercibido. La historia nos enseña que el silencio oficial rara vez es señal de tranquilidad.

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