La administración de Donald Trump ha anunciado un ambicioso plan para incrementar la producción de petróleo en el Golfo de México, ahora rebautizado como Golfo de América. Según el Departamento del Interior, se espera que la extracción diaria crezca en 100,000 barriles en los próximos años, un movimiento que busca fortalecer la independencia energética de Estados Unidos.
Este aumento se logrará gracias a nuevas directrices energéticas que permiten un cambio significativo en las operaciones de extracción. Las autoridades han autorizado un incremento en la presión permitida en los pozos, pasando de 200 psi a 1,500 psi. Este ajuste técnico, según el gobierno, podría elevar la producción de crudo estadounidense en un 10% durante la próxima década.
En 2024, Estados Unidos produjo 13.2 millones de barriles de petróleo al día, de los cuales 1.8 millones provinieron del Golfo de México. Con este plan, el gobierno espera no solo aumentar la producción, sino también reducir la dependencia de fuentes energéticas extranjeras, un objetivo clave de la administración actual.
El secretario del Interior, Doug Burgum, calificó esta iniciativa como un hito monumental para el dominio energético del país. Según Burgum, las nuevas políticas permitirán extraer más energía de manera eficiente, con menos regulaciones que, a su juicio, obstaculizan el desarrollo del sector.
El anuncio ha generado reacciones mixtas. Por un lado, se espera que la medida cree empleos y reduzca costos energéticos para las familias y empresas estadounidenses. Por otro, algunos expertos advierten sobre los riesgos ambientales que podrían derivarse de un aumento en la actividad petrolera en una región ya afectada por derrames en el pasado.
El Golfo de México, ahora oficialmente Golfo de América tras una orden ejecutiva de Trump, es una de las zonas más ricas en recursos naturales del mundo. Además de su importancia energética, esta región es clave para el comercio marítimo, con puertos como Corpus Christi y Plaquemines manejando millones de toneladas de mercancías al año.
Sin embargo, el cambio de nombre y las nuevas políticas energéticas han generado tensiones diplomáticas, especialmente con México, que comparte jurisdicción sobre el Golfo. Algunos analistas sugieren que estas medidas podrían interpretarse como un intento de Estados Unidos por ampliar su influencia sobre los recursos de la zona.
El gobierno estadounidense insiste en que estas acciones respetan los acuerdos internacionales y que el objetivo principal es fortalecer la economía nacional. Se espera que, a medida que los operadores proporcionen más datos, la producción pueda incluso superar las proyecciones iniciales, consolidando al Golfo como un pilar de la estrategia energética del país.
Este plan marca un paso más en la agenda de Trump para priorizar la producción de combustibles fósiles, en un momento en que el debate sobre la transición energética sigue polarizando a la sociedad. Las próximas decisiones sobre este tema podrían definir el rumbo de la política energética global.

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Estados Unidos planea aumentar la extracción de petróleo en el Golfo de México
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