El Chocolate del Bienestar, promovido por el gobierno de Claudia Sheinbaum, ha desatado una ola de críticas y sospechas. Lo que se presenta como un proyecto para apoyar a productores mexicanos esconde, según analistas, un trasfondo ideológico que busca consolidar el control político de Morena. Marco Antonio Rodríguez Blásquez, en su columna para Milenio, desnuda las verdaderas intenciones detrás de esta iniciativa.
El producto, comercializado bajo la marca Bienestar, se vende en tiendas operadas por el gobierno federal. Sin embargo, su composición ha levantado cejas: alto contenido de azúcar, grasas y calorías, con sellos de advertencia nutricional. Esto contradice el discurso oficial de promover la salud y el bienestar de los mexicanos, un pilar que el gobierno de la Cuarta Transformación dice defender.
Rodríguez Blásquez señala que el proyecto no solo es una maniobra para ganar simpatías electorales, sino también un intento de imponer una narrativa ideológica. La marca Bienestar, que incluye café y chocolate, se asocia directamente con los programas sociales de Morena, creando una conexión emocional con los beneficiarios de estos apoyos. Es una estrategia que, según el autor, busca fidelizar a las bases del partido.
El proceso de producción también está bajo escrutinio. Aunque se dice que beneficia a pequeños productores, no hay claridad sobre cómo se seleccionan ni cuánto ganan realmente. Las críticas apuntan a que el gobierno podría estar utilizando recursos públicos para financiar un proyecto con fines más políticos que económicos, mientras los verdaderos productores quedan en segundo plano.
Otro punto controversial es la falta de transparencia en los costos. No se han revelado datos precisos sobre cuánto se invierte en la producción y distribución del Chocolate del Bienestar. Esta opacidad alimenta las sospechas de que el proyecto podría ser una vía para desviar fondos o beneficiar a allegados del gobierno, una práctica que ha sido señalada en otras iniciativas de la administración actual.
La contradicción más evidente está en el mensaje de salud. Mientras el gobierno impulsa campañas contra la obesidad y el consumo de productos ultraprocesados, el Chocolate del Bienestar lleva sellos que advierten sobre su alto contenido calórico. Esto ha generado críticas de expertos en nutrición, quienes ven una incongruencia en promover un producto que va en contra de las políticas de salud pública.
Rodríguez Blásquez también destaca el contexto político. En un año donde Morena busca mantener su hegemonía, iniciativas como esta podrían ser una herramienta para reforzar su imagen entre los sectores más vulnerables. Sin embargo, el autor advierte que estas tácticas podrían volverse en contra si la ciudadanía percibe que se está manipulando su confianza.
El caso del Chocolate delBienestar no es aislado. Proyectos similares, como las tiendas Bienestar, han sido cuestionados por su eficiencia y verdadero impacto. Mientras el gobierno sigue apostando por estas iniciativas, las dudas sobre su propósito real persisten, dejando un sabor amargo en quienes esperaban un cambio genuino.

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El oscuro trasfondo del Chocolate del Bienestar: ¿Ideología o negocio disfrazado?
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