Este viernes 25 de abril, el féretro del papa Francisco fue sellado en una ceremonia íntima y solemne en la basílica de San Pedro, marcando el cierre de la capilla ardiente que recibió a más de 250 mil personas durante tres días. El acto, realizado sin la presencia de cámaras, reunió a un selecto grupo de cardenales, funcionarios del Vaticano y algunos familiares del pontífice argentino.
La ceremonia fue presidida por el cardenal camarlengo Kevin Farrell, quien ha liderado los ritos tras el fallecimiento del papa el pasado lunes 21 de abril a los 88 años. Durante el ritual, se colocó un velo de seda blanca sobre el rostro del pontífice, un gesto tradicional que simboliza el respeto y la despedida final. También se roció agua bendita mientras los presentes entonaban oraciones.
En el ataúd se depositaron objetos significativos: una bolsa con monedas y medallas acuñadas durante el pontificado de Francisco, así como un tubo metálico con el acta oficial, conocida como “rogito”. Este documento, escrito en latín, resume la vida y las obras del papa, destacando su legado en la Iglesia católica. El texto resalta su lucha contra los abusos clericales y la reforma de la Curia Romana.
El féretro, de madera sencilla con interior de zinc, fue cerrado con un cordón de seda morada sellado con cera, en la que se imprimió el escudo pontificio. Este diseño austero refleja las disposiciones del propio Francisco, quien pidió que sus exequias fueran simples, sin la pompa de ceremonias pasadas. Su deseo era que el funeral expresara la fe en la resurrección, más que el protocolo.
La capilla ardiente, instalada en la basílica de San Pedro, atrajo a miles de fieles y líderes mundiales. Entre ellos, el presidente francés Emmanuel Macron y su esposa Brigitte, los reyes de España Felipe VI y Letizia, y el presidente brasileño Lula da Silva. La afluencia masiva obligó al Vaticano a extender los horarios de visita, incluso durante la madrugada.
El sábado 26 de abril, la basílica de San Pedro acogerá la misa exequial, presidida por el decano del Colegio Cardenalicio y concelebrada por cardenales y obispos. Este funeral marcará el último adiós público al papa Francisco, cuya muerte ha conmovido a millones en todo el mundo. Líderes de 156 delegaciones internacionales han confirmado su asistencia.
Tras la ceremonia, los restos de Francisco serán trasladados a la basílica de Santa María la Mayor, donde reposarán bajo una lápida sencilla con su nombre, “Franciscus”. Esta decisión, tomada por el propio pontífice, rompe con la tradición de enterrar a los papas en las Grutas Vaticanas, reflejando su conexión personal con esa basílica.
El “rogito” también menciona el impacto global de Francisco, recordado por su cercanía con los fieles, su defensa de la justicia social y su apertura al diálogo interreligioso. Su pontificado, de poco más de 12 años, dejó una huella imborrable en la Iglesia y en la humanidad.
Mientras Roma se prepara para el funeral, el Vaticano ya organiza las congregaciones generales del Colegio Cardenalicio, previas al cónclave que elegirá al próximo papa. Este periodo de transición, conocido como “sede vacante”, estará bajo la administración del cardenal Farrell.
La muerte de Francisco, causada por un ictus cerebral que derivó en un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible, ha generado una ola de homenajes en todo el mundo. Su legado, centrado en la humildad y la renovación de la Iglesia, seguirá resonando en los corazones de los fieles.

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El féretro del papa Francisco fue sellado en una ceremonia privada en la basílica de San Pedro
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