El estado de salud del expresidente brasileño Jair Bolsonaro ha dado un giro preocupante. Internado en un hospital de Brasilia, los médicos reportaron un empeoramiento clínico que incluye una elevación de la presión arterial y problemas en sus exámenes hepáticos. Este nuevo capítulo se suma a una serie de complicaciones que enfrenta desde hace años.
El pasado 13 de abril, Bolsonaro fue sometido a una cirugía intestinal que duró 12 horas. Esta operación, la sexta en la misma región desde que fue apuñalado en 2018, buscaba tratar una obstrucción parcial en el intestino. Sin embargo, su recuperación no ha sido sencilla, y ahora enfrenta un panorama más delicado.
Según el boletín médico, el expresidente permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos. Está en ayuno oral, recibiendo nutrición exclusivamente por vía intravenosa. Además, se le realizan sesiones de fisioterapia motora y medidas para prevenir trombosis venosa, lo que indica la gravedad de su condición.
Este jueves, Bolsonaro será sometido a nuevos exámenes de imagen para evaluar su estado. Los médicos no han dado una fecha estimada para su alta, y se mantiene la recomendación de no recibir visitas. Esto refleja la necesidad de un monitoreo constante en esta etapa crítica.
El deterioro de su salud coincide con un momento de tensión judicial. El miércoles, mientras estaba en la UCI, una oficial de justicia le notificó sobre un proceso penal en su contra. Bolsonaro es acusado de planear un golpe de Estado tras las elecciones de 2022, un caso que ha generado controversia en Brasil.
La notificación ocurrió después de que el expresidente participara en una transmisión en vivo desde el hospital, promocionando una marca de cascos de moto. Este acto llevó al tribunal a considerar que estaba en condiciones de recibir la citación, a pesar de su estado de salud.
Bolsonaro reaccionó con irritación ante la notificación, publicando el momento en sus redes sociales. En el video, una persona no identificada le advierte que su presión arterial estaba subiendo, lo que podría haber contribuido a su actual empeoramiento clínico.
El apuñalamiento que sufrió en 2018, durante su campaña presidencial, dejó secuelas graves. Las múltiples cirugías y hospitalizaciones desde entonces han marcado su salud, y esta nueva crisis intestinal reaviva las preocupaciones sobre su bienestar.
A sus 70 años, Bolsonaro enfrenta no solo desafíos médicos, sino también legales y políticos. El proceso por golpismo podría tener implicaciones significativas, mientras su salud sigue siendo un tema de atención en Brasil y más allá.
Por ahora, el expresidente permanece bajo estricta vigilancia médica. Su evolución en las próximas horas será clave para determinar el rumbo de su recuperación y los siguientes pasos en su situación legal.