Mazatlán, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Sinaloa, está en el ojo del huracán tras la desaparición de seis jóvenes en abril. Las autoridades locales y estatales enfrentan críticas por la falta de avances en las investigaciones, mientras las familias claman por respuestas. La ola de inseguridad parece no dar tregua en este puerto que debería ser un refugio para vacacionistas.
El caso más reciente involucra a tres jóvenes de Culiacán: Erick Mijali Carrillo Villegas, Efraín Ramírez Ruiz y Alfonso Arredondo Zazueta, todos de entre 21 y 22 años. Según reportes, fueron privados de su libertad el 19 de abril en la zona de Marina Mazatlán, una de las áreas más concurridas por turistas. La Fiscalía General del Estado de Sinaloa investiga el caso como un secuestro, pero hasta ahora no hay pistas concretas sobre su paradero.
Días antes, el 7 de abril, otros tres turistas originarios de San Juan del Río, Querétaro, también desaparecieron en Mazatlán. Los hermanos Carlos Enrique y Santiago Sánchez Rodríguez, junto con su amigo José Isaías García Rosey, viajaron al puerto para celebrar un cumpleaños. Su última comunicación con sus familias fue durante el trayecto de regreso, en la carretera hacia Concordia, cuando sus teléfonos dejaron de emitir señal.
Un detalle que ha encendido las alarmas es el hallazgo de un Ford Mustang negro con impactos de bala en la avenida Paseo del Atlántico, cerca del lugar donde se presume ocurrió el secuestro de los jóvenes de Culiacán. El vehículo estaba abandonado, sin rastros de sangre, pero las autoridades no han aclarado si está relacionado con el caso. Este descubrimiento ha generado más preguntas que respuestas.
La Comisión Estatal de Búsqueda de Personas de Sinaloa ha activado fichas de localización para los seis desaparecidos, pero los resultados son nulos hasta el momento. Colectivos como Sabuesos Guerreras A.C. han intensificado sus esfuerzos, exigiendo a las autoridades mayor compromiso para resolver estos casos. Las familias, desesperadas, han recurrido a las redes sociales para difundir las imágenes de los jóvenes.
La situación en Mazatlán no es un caso aislado. Durante 2024, Sinaloa registró 1,616 carpetas de investigación por desapariciones, ninguna resuelta, según el Consejo Estatal de Seguridad Pública. Este panorama refleja un problema estructural de inseguridad que afecta tanto a locales como a visitantes, poniendo en jaque la imagen del puerto como destino turístico.
La falta de acción efectiva por parte de las autoridades estatales ha generado indignación. Mientras Mazatlán presume sus playas y atractivos, los casos de desapariciones evidencian una crisis de seguridad que el gobierno no ha sabido contener. La pregunta que resuena es: ¿hasta cuándo seguirán acumulándose víctimas sin respuestas?
Estos incidentes han encendido un debate sobre la seguridad en los destinos turísticos de México. Mazatlán, que debería ser sinónimo de descanso y diversión, se ve empañado por la sombra de la violencia. Las familias de los desaparecidos exigen justicia, pero el silencio oficial solo profundiza su dolor y la desconfianza en las instituciones.
La crisis de inseguridad en Sinaloa no solo afecta a las víctimas y sus seres queridos, sino también a la economía local, que depende en gran medida del turismo. Cada caso sin resolver es un golpe a la confianza de quienes planean visitar el puerto, mientras el gobierno parece incapaz de revertir esta tendencia alarmante.
A medida que los días pasan, la esperanza de encontrar a los seis jóvenes se desvanece. Mazatlán, atrapado entre su belleza natural y una realidad violenta, espera soluciones urgentes. La sociedad exige que las autoridades dejen de lado las promesas vacías y actúen con resultados concretos para devolver la seguridad a este rincón del Pacífico mexicano.

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Seis turistas desaparecidos en Mazatlán: la inseguridad golpea de nuevo al paraíso turístico
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