Irán y Estados Unidos sostuvieron una segunda ronda de negociaciones sobre el programa nuclear iraní en Roma, marcando un paso más en un diálogo que busca evitar una escalada de conflictos. Las conversaciones, mediadas por Omán, fueron descritas por medios iraníes como fructíferas y desarrolladas en un ambiente constructivo. Sin embargo, se mantuvieron en un formato indirecto, reflejando la cautela de ambas naciones.
El enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, y el ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, lideraron las delegaciones. Aunque no hubo contacto directo prolongado, ambos funcionarios intercambiaron breves palabras bajo la supervisión del mediador omaní, Badr al-Busaidi. Este enfoque subraya las profundas diferencias entre Washington y Teherán, que carecen de relaciones diplomáticas desde 1979.
El foco de las discusiones se centró en limitar el enriquecimiento de uranio iraní y establecer medidas de verificación para garantizar que el programa nuclear de Teherán no derive en armas nucleares. Estados Unidos ha propuesto permitir un enriquecimiento máximo del 3.67%, en línea con el acuerdo nuclear de 2015, mientras que Irán insiste en que su derecho al enriquecimiento es innegociable.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha calificado las conversaciones como positivas, pero mantiene una postura firme. Desde la Casa Blanca, ha advertido que la acción militar sigue siendo una opción si la diplomacia falla. Trump ha enfatizado que Irán no debe desarrollar armas nucleares, un punto que considera no negociable.
Por su parte, Irán busca el levantamiento de sanciones que han afectado gravemente su economía. La moneda iraní, el rial, ha perdido valor significativamente, y las sanciones han limitado su capacidad para exportar petróleo. Teherán ve en estas negociaciones una oportunidad para aliviar la presión económica, pero sin ceder en aspectos clave de su soberanía nuclear.
La comunidad internacional observa de cerca estas negociaciones, dado su impacto potencial en la estabilidad de Medio Oriente. Israel, aliado clave de Estados Unidos, ha expresado su oposición a cualquier acuerdo que permita a Irán mantener capacidades nucleares, incluso para fines civiles. Funcionarios israelíes han instado a un desmantelamiento total del programa iraní.
El director del Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, visitó Teherán esta semana para reunirse con autoridades iraníes. Grossi destacó la urgencia de alcanzar un acuerdo, advirtiendo que Irán está cerca de tener la capacidad para desarrollar una bomba nuclear, aunque aún requiere pasos técnicos adicionales.
Rusia, otro actor relevante en el escenario nuclear, podría desempeñar un papel en la gestión del uranio enriquecido iraní. Analistas sugieren que Moscú podría recibir el material iraní enriquecido al 60%, reduciendo así el riesgo de que alcance niveles aptos para armamento. Araghchi se reunió con autoridades rusas en Moscú antes de las conversaciones en Roma.
Las negociaciones en Roma representan un momento crítico en las relaciones entre Irán y Estados Unidos. Aunque ambas partes han mostrado disposición al diálogo, las diferencias persisten. El resultado de estas discusiones podría determinar si se logra un acuerdo que estabilice la región o si las tensiones escalan hacia un conflicto mayor.
El futuro de estas conversaciones dependerá de la capacidad de ambas naciones para encontrar un equilibrio entre las demandas de seguridad de Estados Unidos y las aspiraciones de soberanía de Irán. Por ahora, el diálogo continúa, pero el tiempo para alcanzar un acuerdo se agota.

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Segunda ronda de negociaciones entre Irán y EU: avances en el programa nuclear, pero persisten las tensiones
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