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El sarampión arrasa en Texas: la crisis que expone el abandono de la salud pública

Un brote de sarampión está golpeando con fuerza el oeste de Texas, afectando a más de 20 condados y dejando al descubierto una crisis sanitaria que podría haberse evitado. La enfermedad, declarada erradicada en Estados Unidos en el año 2000, ha resurgido con más de 700 casos confirmados, dos muertes y decenas de hospitalizaciones, principalmente en comunidades no vacunadas.
La raíz del problema está en el estancamiento de los fondos para programas de vacunación. Durante años, los gobiernos federal, estatal y local han descuidado la financiación de campañas de inmunización, debilitando los sistemas de salud pública. En Texas, los departamentos de salud locales no cuentan con los recursos necesarios para realizar un trabajo de campo efectivo, como campañas de concientización o distribución masiva de vacunas.
El condado de Gaines, epicentro del brote, es un claro ejemplo de esta negligencia. Con una población menonita que históricamente rechaza las vacunas, la tasa de inmunización en esta zona apenas alcanza el 82%, muy por debajo del 95% recomendado para evitar brotes. La falta de fondos ha impedido que las autoridades sanitarias lleguen a estas comunidades con programas educativos o clínicas móviles.
A esto se suma la erosión de la confianza en las vacunas, alimentada por desinformación y posturas controvertidas de figuras públicas. Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud y Servicios Humanos, ha sido criticado por su historial de escepticismo hacia las vacunas, aunque recientemente llamó a la población a inmunizarse para frenar esta crisis. Sin embargo, el daño ya está hecho: la desconfianza persiste.
Los recortes federales recientes han agravado la situación. Miles de millones de dólares, incluyendo 2,000 millones destinados a programas de inmunización, fueron retirados de fondos relacionados con el COVID-19. Esta decisión, impulsada por la administración de Donald Trump, ha dejado a los departamentos de salud sin recursos para responder eficazmente al brote actual o prevenir futuros contagios.
El impacto del sarampión no se limita a Texas. Estados vecinos como Nuevo México, Oklahoma y Kansas han reportado casos, y en México, Chihuahua registra más de 300 contagios vinculados a este brote. Las autoridades sanitarias advierten que, sin medidas urgentes, el virus podría propagarse a áreas urbanas, donde la densidad poblacional aumentaría los riesgos.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han enviado 2,000 dosis de la vacuna triple vírica a Texas, pero la mayoría se usa para refuerzos en lugar de inmunizar a quienes nunca han sido vacunados. Las clínicas de emergencia, como las establecidas en Seminole, luchan por cubrir la demanda en comunidades rurales con tasas de vacunación alarmantemente bajas.
La situación es particularmente grave para los niños, quienes enfrentan los mayores riesgos. En el condado de Gaines, más del 13% de los estudiantes de primaria y secundaria están exentos de vacunarse por motivos religiosos o de conciencia, una laguna legal que Texas permite y que ha contribuido a la propagación del virus.
Las autoridades sanitarias insisten en que la vacunación es la única solución efectiva. Dos dosis de la vacuna contra el sarampión, paperas y rubéola son suficientes para prevenir la enfermedad, pero la falta de acceso y la resistencia cultural siguen siendo obstáculos. Los expertos temen que, sin un cambio drástico en la financiación y las políticas públicas, brotes como este se repitan en otros estados.

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